El concepto de libertad tiene múltiples acepciones: de expresión, de información, de conciencia, de espíritu, de culto, de cátedra y de pensamiento. A veces, determinadas creencias o etiquetas del ego intentan imponerse a esa disposición natural, que para muchos es uno de los mayores valores humanos, ya que siendo libres gozamos de la prerrogativa de actuar de una manera o de otra. O sencillamente de no hacerlo. ¿Te sientes libre? ¿Qué te limita? ¿Es tu reto alcanzar ese valor? Desde el Coaching te acompaño.

Hace unos días, en un chat de grupo de la red social Whatsapp, recibí un mensaje que en principio me asombró. Una antigua compañera de estudios respondía a un vídeo corto que previamente yo les había enviado, para así compartir con ellos uno de mis valores más apreciados, el buen humor.

Sin embargo, la interpretación por parte de Elvira fue otra, argumentando que el sentido del humor tiene sus límites. Al parecer, lo que yo consideraba un chiste inocente fue entendido por ella de otra manera.

En ese momento me di cuenta del poder que tienen las etiquetas, las creencias, y de cómo éstas pueden constituir un límite a la libertad, en este caso y por lo que a mí concierne, de expresión y de pensamiento.

 

Libertad inalienable

Definimos la libertad como esa facultad que tenemos los humanos para actuar de una forma u otra; o también de no hacerlo. Ser libre es lo contrario a ser esclavo y comporta cierta facilidad o licencia para llevar a cabo algo con destreza.

Esta disposición natural de las personas afecta no sólo a nuestra manera de hacer, sino también a la forma de intuir, pensar, sentir, profesar o expresar nuestro parecer. Así, hablamos de libertad de expresión como el derecho a manifestar de forma libre ideas, informaciones y opiniones.

De información, como el derecho a emitir o recibir aquélla por cualquier medio y sin censura; de conciencia, como la libertad que afecta a la religión que podamos profesar y entendemos como libertad de cátedra el derecho de los docentes a exponer sus convicciones, sin someterse a ninguna imposición de los poderes.

Tales definiciones son eso mismo, constructos teóricos que no siempre se respetan en la práctica, por lo que las conductas y opiniones pueden tener un sesgo de rango político, ideológico y hasta económico.

¿Te ha ocurrido alguna vez que te hayan afeado la conducta por expresar lo que piensas? ¿Quizá te han desautorizado, etiquetándote por lo que sientes? ¿Cuál ha sido tu respuesta? ¿Cómo es tu libertad? Desde el Coaching te propongo una reflexión acerca de lo siguiente:

  • Responsabilidad. El derecho inalienable a la libertad supone que podamos hacer y deshacer, decir y desdecir o simplemente dejar de decir y de hacer. Todo ello conlleva, de forma implícita, una responsabilidad tanto para los demás como para uno. Te invito a ser consciente y responsable de tu propia libertad, evitando la conducta condescendiente, tanto con los demás como contigo misma.
  • Respeto. A veces se dice que es el límite de la libertad. Te propongo darle una vuelta: quizá sea la libertad la que dé alas al respeto, de forma que vayan a la par, complementándose. Te invito a reconocer lo que tu intuición te indique y a tener en cuenta que, al igual que otros valores, el respeto puede aplicarse a uno mismo. Lo cual incluye la consideración debida a lo que intuyas, pienses, sientas, expreses y vivas. Te propongo que empieces por ti.
  • Creencias del ego. Dice Irina de la Flor, profesional especializada en Coaching de la Consciencia, que “las personas vamos desarrollando hábitos mentales, físicos y de comportamiento, a través de los cuales la mente nos dicta etiquetas, para ahorrar energía y ser más eficaces”; sin embargo, tal eficiencia a veces no existe, “pues esas creencias se fundamentan en miedos diversos, reportándonos no precisamente el mejor de los resultados”. Te invito a que respondas a la siguiente cuestión: ¿A qué le das importancia?
  • Evitar juicios. Si tu interlocutor impone su sentir, descalificando o desautorizando de alguna manera lo que tú piensas o expresas, ¿qué es lo que sientes? ¿Cuál es tu primera reacción? ¿Es un juicio? Te propongo que evites juzgar a esa persona y que te des cuenta de que lo que expresa dice más de ella que de ti. Te invito a que entrenes la evitación del juicio, tanto a los demás como a ti mismo.
  • Valor, merecimiento y poder. “Yo valgo, yo merezco, yo puedo” es uno de los mantras del Coaching Consciente. Te propongo interiorizarlo como forma de entrenar tu libertad.
  • Compasión empática. Cuando alguien esgrime sus preceptos como creencias universales, sin dejar espacio para otra opción, te propongo que hagas uso de tu compasión empática. De tal manera, que a través de la intuición puedas entender, que no justificar, qué hay detrás de esa actitud de la otra persona. Después, basta con que lo dejes fluir.
  • Buen humor. Como herramienta y casi como ley de vida, el sentido del humor constituye un valor muy potente. Si ya has respondido a la pregunta formulada en el punto tres de este texto, te invito a que profundices ahora en el grado de importancia que le das a todas y cada una de esas cosas que has enunciado. Después y a modo de desdramatización, te propongo que le des una vuelta, procurando reírte hasta de tu sombra.

Aclaro, para quienes hayan llegado hasta aquí, que cuando respondí a Elvira intenté expresarle que el sentido del humor es libre, además de muy saludable tanto emocional como físicamente. Como quiera que sus creencias parecían firmemente arraigadas, desde la compasión empática y sin juicios, lo dejé fluir.

No obstante, mi herramienta del buen humor ha entrado en juego, por lo que desde estas líneas propongo visualizar otro de los vídeos que circulan en la red Tik Tok; uno en el que un grupo de amigos solicita a un transeúnte que les haga una foto y cuando éste les pide que digan “cheesse”, para que todos sonrían, no falta quien le dice que mejor otra palabra, dado que es vegano.

Propone entonces el obligado fotógrafo el término “tofu”, a lo que también recibe pegas; les pide entonces que sonrían y otra de las integrantes del grupo lo califica de inaceptable, al igual que cuando les comenta que va a contar hasta tres para hacer la foto, lo que es mal interpretado por el defensor de la dislexia… y así hasta que el fatigado “voluntario” decide ejercer su libertad de acción.

Lo dejo ahí, para no hacer espóiler y reconozco que su contenido me ha hecho no ya reflexionar en mi libertad de pensamiento y de sentir, sino que básicamente me ha hecho reír.

¡Feliz Libertad! ¡Feliz Coaching!

Silvia Resa

Soy coach ontológica para acompañarte en la identificación de tu objetivo y apoyarte durante tu proceso de Coaching. Sistemas propios: ArkeCoaching, AstroCoaching y IronCoaching.

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