Tan suave como el aire

El laberinto dentro del océano,
tan oscuro como claro.
La niebla deja de serlo
al nombrar única luz,
con el llanto apagado
de sus mismos y propios lamentos.

La verdad hierve de madrugada.
La verdad es una brasa que no miente.
Un suspiro decadente imaginando.
Un sueño de color que nadie ve.
Un perfume atravesado
por el cuerpo a tu pasar
de un verdadero desconocido.

La verdad es una lengua
tan suave como el aire.
Repleto de rincones,
hago del placer
un verdadero sentimiento de silencio,
y de mi llave escondida
una lágrima en derrame,
que acaba por nacerse
sin haber prendido nunca una cortina.

Vuelo a distancia,
sin apenas cortar velos,
entre las plumas que perfilan
las verdades de los libros
que me esquivan sin decir,
y siempre acompañados del espejo.

Soga.
Saliente de la ventana.
Hojas caducas,
pájaros espías
y la duna.

Duna de cristal.
Versos estúpidos y atragantados.
Una y quieta soledad,
bebida a instantes
por la poca boca abierta
que escapa hacia arriba.
Si te dijera a los ojos mi derrame…
morirías con él.

 

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