Te encontré sin estar dormido,
y adiviné,
en el borde de tus ojos,
que tus sueños
también eran los míos.
Paseamos por jardines repletos de luz
y de vida,
en la noches en que,
casi siempre y queriendo,
se nos hacía de día.
Latiendo al compás
nos dejamos llevar
al contarnos que,
en este mundo
cada uno ocupó su lugar
y que,
con el primero de los besos
en el agua del río,
los dejamos marchar.
Me encontraste sin estar dormida
y adivinaste,
en el borde de mis ojos
que mis sueños
también eran los tuyos.
Todas mis palabras de amor,
junto a mi corazón,
junto a mi vida,
son para ti.
Te encontré sin estar dormido
y tú me encontraste a mí.
Hagamos juntos el camino.