Hace unas semanas, tuve la oportunidad de acudir a un taller de arte estupendo en el que, además de hacer mis primeros pinitos como pintora, compartí la experiencia con algunos amigos y conocí a una pareja que enseguida llamó mi atención.
El reto consistía en hacer un cuadro con pintura acrílica basándonos en una imagen sencilla de un paisaje. Entre risas, íbamos trazando, con mayor o menor destreza, el reflejo de la luna en un lago rodeado de árboles muy frondosos.
Al cabo de unos minutos, vi de reojo que en la mesa había alguien que no reía. Su concentración estaba, antes que en su propio cuadro, en el de su pareja Alicia. Ella estaba a mi lado y la verdad es que, en mi modesta opinión, pintaba de una manera muy creativa, particularmente en lo referente al color.
Ernesto no dejaba de inclinarse hacia el lienzo de Alicia, murmurándole algo que parecía tener que ver con la obra. En uno de los momentos en los que él regresó a su pintura, Alicia elogió algún detalle de mi cuadro y fue cuando aproveché para destacar su creatividad.
Fue entonces cuando él inició una crítica profusa y sin contemplaciones del paisaje de su pareja. Me fijé en el efecto que estaba teniendo en Alicia y, sin juzgar, me di cuenta de que ella mostraba una actitud casi sumisa, restándole valor a su creación. Es como si lo que dijera Ernesto fuera palabra de ley, aunque él fuera un pintor tan aficionado como el resto.
“Si pudieras ver tu relación con objetividad, tal y como la ven otras personas, podrías tomar mejores decisiones”, dice Lucero Cruz, coach experta en relaciones de pareja y amor propio; “las relaciones de pareja son las que restan una mayor objetividad, pues nos muestran las heridas aún por sanar, como pueden ser, por ejemplo, las lealtades familiares inconscientes que, a veces, tenemos”.
“Si en una relación te excedes de bueno significa que has dejado pasar tantas cosas que, o bien no has puesto límites o aunque los hayas puesto has permitido que los traspasaran”, dice Cruz; “en ocasiones, hay ciertas cosas que hay que perdonar, si bien existe una línea muy fina que no debes dejar cruzar para que tu relación no se convierta en tóxica”.
Dice esta experta que las relaciones “son para evolucionar, no para pasarlo mal”; “si has repetido patrones dolorosos en tus relaciones, lo importante es que encuentres la verdadera luz en todo esto”.
Propone Lucero Cruz que te hagas preguntas hasta llegar a la definitiva: ¿sigues en pareja o abandonas?, pues “cuestionarte es la principal herramienta”.
Así que coge papel y bolígrafo y responde a las siguientes preguntas con la primera respuesta que se te venga a la mente:
“Es posible que hay aspectos que estés dispuesto a dejar pasar en tu relación de pareja y que, en cambio, no permitirías en tus relaciones familiares o de amistad”, dice Lucero Cruz; “sin embargo, hay un punto que es necesario distinguir para saber si se ha traspasado la línea de la relación tóxica”.
La coach enumera las siguientes “banderas rojas”, capaces de avisar de que la relación de pareja ha tomado otro cariz:
“Si has vivido experiencias familiares o en otros entornos que reproducían algunas de estas banderas rojas, puede que inconscientemente te atraiga este tipo de parejas, ya que para ti representa una zona cómoda por conocida”, dice Lucero Cruz.
“Es importante que tomes distancia de la relación, averiguando qué es lo que te ata de forma inconsciente a esa persona”; “no obstante, este tipo de relaciones te hacen de espejo, ayudándote a que comprendas qué es lo que debes trascender”.
Si has llegado hasta aquí, te cuento algo más de la historia de Alicia y Ernesto. Este último había elegido una lámina más compleja que parecía realizar con soltura. Así que mientras hacíamos una parada para relajar manos y mandíbula (reímos mucho, la verdad) me di una vuelta por las mesas.
Al llegar al puesto de Ernesto, él seguía sentado, pincel en mano. Me concentré hasta encontrar el punto fuerte de su creación, unos juncos junto al pantalán del lago.
Le felicité y, seguidamente, me moví hasta el puesto de Alicia y reclamé su atención y la de otras compañeras, mientras reconocía la libertad que me inspiraba su cuadro.
Ella empezó a explicar cómo había entendido el paisaje y la forma de representarlo, aceptando los comentarios elogiosos que le hacíamos. Ernesto llegó casi a asentir, dejando su crítica de lado.
La intuición me dice que, en aquel taller, Alicia fue consciente y se llevó, además del aprendizaje artístico, otro distinto y muy relevante de sí misma, gracias, precisamente, a la actitud de Ernesto; aunque de eso no llegamos a hablar, así que es tan sólo una hipótesis.
¡Feliz Arriada de Banderas Rojas! ¡Feliz Coaching!
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