En modo Coaching

¿Por qué te molestan los ruidos de los demás?

¿Te irrita escuchar a alguien mascando chicle? ¿Te molesta cuando otra persona hace chascar sus dedos? ¿O quizá la manera en que se ríe, su tono de voz o incluso ese ruido que hace al respirar y que parece que sólo escuchas tú? ¿Sabes o que es la misofonía? Desde el Coaching te acompaño a descubrir qué puede haber detrás.

 

Cuando era pequeña me encantaba tomar el batido o mi bebida favorita con una pajita. Recuerdo que competíamos por ser los más rápidos o también lo contrario, porque nos durara el mayor tiempo posible.

Entre risas y juegos conocíamos una norma de ‘buena educación’ inculcada por nuestros adultos de referencia: nada de sorber el final de la bebida haciendo ruido.

Ante los mayores éramos como angelitos: ni un sonido; aunque bastaba con que estuviéramos solos durante un momento para que, entre risas y toses, definiéramos un nuevo reto, que no era otro que el de ver quién hacía más ruido, apurando los restos del batido con la pajita.

Este estupendo enlace emocional con los buenos momentos de mi infancia me permite ser tolerante cuando escucho que alguien apura su refresco sorbiendo ruidosamente con una pajita.

Sin embargo, ese sonido es uno de los que más molesta a otras personas a las que quizá, pongo por caso, no les importe escuchar cómo alguien chasca sus dedos o hace ruido al romper la pompa inflada de su chicle.

¿Qué hay detrás?

“Desde el simple martilleo de un bolígrafo hasta un estornudo recurrente, los ruidos cotidianos de baja intensidad resultan insoportables para quienes sufren misofonía, un padecimiento que puede llegar a ser obsesivo y se ha convertido en un nuevo objeto de estudio”, dice en el Instituto Aragonés de la Ansiedad (IAA).

“Se trata de una molestia que el ser humano ha sufrido siempre, pero que no se empezó a considerar hasta la década de los ochenta del pasado siglo”, dicen en IAA, donde afirman que uno de los mayores retos a los que se enfrenta una persona aquejada de misofonía es la falta de comprensión: “son tachados, ­incluso por sí mismos, de tiquismiquis e histéricos”.

Sirve como ejemplo el hecho de tener activado el sonido de las teclas del móvil, de manera que no para de sonar cada vez que escribe un mensaje; “para la mayor parte de la gente quizá pase inadvertido, aunque para otros puede resultar insoportable, hasta el punto de provocarles verdaderos ataques de furia”.

Desde el IAA hablan de investigaciones realizadas por especialistas holandeses sobre los efectos de la misofonía, “hallaron reacciones fisiológicas específicas relacionadas con la activación del sistema nervioso simpático (SNS), que es el que nos alerta de que existe un peligro”.

Según otras fuentes, se piensa que el problema de base no se encuentra en los oídos, sino en el sistema nervioso central y en la interpretación que hace de los sonidos; de ahí que una posible causa estaría en la asociación emocional que tiene el paciente con el sonido.

Otra explicación relacionaría este padecimiento con los trastornos obsesivos; “quien lo siente sabe perfectamente que su reacción está siendo desproporcionada, pero no puede evitarlo y le genera un profundo desasosiego”. No obstante, no está incluida en el listado de enfermedades raras, ni siquiera es considerada como trastorno psicológico; “Sin embargo, cada vez son más los expertos que estudian los criterios diagnósticos y las escalas de gravedad de esta posible dolencia”, dicen en el IAA.

Desde que somos niños

La fobia a los sonidos de los demás suele aparecer al final de la infancia, aunque puede desarrollarse a cualquier edad.

Es tan frecuente en hombres como en mujeres y se amplifica o reduce en función de los lazos sentimentales entre quien padece la misofonía y el emisor del ruido. La proporción es inversa, es decir, que cuanto más cercana y apreciada es la persona que hace el ruido, menor será el malestar experimentado por quien sufre la misofonía.

Sin tratamiento conocido, en los casos más agudos este malestar puede afectar a la calidad de vida del afectado y de las personas de su entorno, por lo que los expertos proponen los siguientes tips para confrontarlo:

  • Sin juicios. Evita juzgarte; ten en cuenta que tu malestar es legítimo.
  • Evita lo que te molesta. Puede parecer obvio, aunque puedes esquivar esos sonidos que te sacan de quicio. “El uso de tapones o contrarrestarlo con los “ruidos blancos”, como el zumbido de un ventilador o cualquier otro que no te moleste puede ser eficaz”, dicen en el IAA.
  • Tu mejor música. Cubre esos ruidos con tu música favorita.
  • Practica técnicas de relajación, entrena la meditación diaria y realiza alguna práctica deportiva.
  • Mejor sin alcohol. Limita el consumo de bebidas alcohólicas, de cafeína y de otras sustancias que alteren tus sentidos. Aunque parezca que en principio te ayudan, aumentarán la distorsión y confusión en tu vida.
  • Sin enemigos. Los demás no hacen ruido a propósito, para molestarte y para hacerte sufrir. Sencillamente no saben de tu padecimiento.
  • Pide ayuda. Háblalo con las personas de tu entorno, explicándoles cómo te hace sentir esa distorsión de tus sentidos. Además, puedes buscar el acompañamiento de un terapeuta profesional.

¿Cómo puedes ayudar?

La ansiedad creciente, llegando incluso a sentir ataques de pánico, el estrés, los mareos, dolor en el oído, sentir vértigo o la necesidad de taparse los oídos son algunos de los síntomas de la extrema sensibilidad a los ruidos.

Queda claro que estas personas sienten un fuerte malestar y sufren; no obstante, ¿qué pasa con su gente de alrededor? ¿Cómo pueden sobrellevar la tensión derivada del padecimiento de su ser querido?

Desde el Coaching, te propongo una reflexión sobre algunos de los puntos que puedes tener en cuenta, si es que deseas aliviar el malestar del misófono:

  • La alteración que sufre la persona con misofonía afecta a su emocionalidad, concretamente a la ira y al miedo. Mostrar sensibilidad puede frenar en parte esos efectos.
  • El padecimiento y sus efectos son reales para la otra persona, por lo que son legítimos y merecen tu respeto.
  • Límites. Que sea legítimo no implica que haya que soportar conductas tiránicas. Puedes hacerle ver que lo entiendes, aunque ello no le da permiso para descargar sobre ti su ira.
  • Com-pasión. Tiene que ver con la sensibilidad, con la comprensión y conexión con esa persona que sufre misofonía.
  • Cuando la otra persona siente que entiendes lo que le ocurre y que lo respetas, sabe que puede contar contigo.
  • Empatía. Intenta ponerte en su lugar, con todo lo que ello comporta. Trata de meterte en el rol de alguien a quien le molestan casi todos los ruidos.
  • Algo de simpatía. Algo de buen humor siempre es bienvenido, pues le ayudará a desdramatizar, alejando la sensación de miedo, aunque sea por breves instantes. Le ayudará.

Si has llegado hasta aquí, te invito a practicar un ejercicio de rol. Consiste en meterte en el papel de una persona con misofonía. Empieza a escuchar con detenimiento todos los ruidos a tu alrededor. ¿Qué sientes? ¿Qué sonidos eliminarías? Ccuáles te resultan más agradables?

Como dice Arthur Gaff (Red transpersonal) “haz silencio a tu alrededor si quieres oír cantar a tu alma”.

¡Felices Sonidos! ¡Feliz Coaching!

 

Silvia Resa

Soy coach ontológica para acompañarte en la identificación de tu objetivo y apoyarte durante tu proceso de Coaching. Sistemas propios: ArkeCoaching, AstroCoaching y IronCoaching.

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