BIENESTAR

Pautas para vivir un envejecimiento saludable

Con la extensión de la vida que nos permite la longevidad actual, la edad cronológica ha dejado de servir de referencia para definirnos a los mayores. Aún así, según avanzamos en años nuestro cuerpo emite señales que indican la necesidad de introducir cambios en nuestra manera de vivir. Unas capacidades declinan, algunas de ellas pueden compensarse y se generan otras con potencial de desarrollo. Partiendo de una valoración realista del estado actual, tenemos que encontrar un nuevo equilibrio, integrando lo que llegamos a considerar importante a lo largo de lo vivido con nuevas aspiraciones y costumbres.

Envejecer no es fácil, no todos envejecemos de la misma manera, ni al mismo ritmo y, por lo tanto, no hay un modelo único para lograr una vejez satisfactoria. Cada uno tiene que encontrar el suyo. Pero contamos con algunas pautas psicológicas, en las que coinciden la mayoría de los expertos, que favorecen un envejecimiento saludable:

  • Revisar el camino andado demanda aceptar un pasado que no se puede cambiar. Pero un balance realista de la vida vivida aporta conexión y continuidad a la autobiografía, conectando pasado y presente y sirve como referencia para proyectar y alcanzar nuevos destinos.
  • Renovar el sentido de la vida y comprometerse con las metas elegidas. Estas deberán satisfacer necesidades individuales importantes, como: de realización personal, relaciones afectivas o religiosas o espirituales.
  • Dar un buen uso al tiempo que queda, priorizando lo que realmente nos importa.
  • Enriquecer los vínculos afectivos y disfrutar de momentos preciosos con los que amamos. Dar y recibir amor nos sostiene y nos da fuerza. Tener relaciones satisfactorias es uno de los indicadores positivos de una vejez saludable y más duradera.
  • Sentir gratitud por lo que se tiene y no centrarse en lo que se ha perdido.
  • Estimular la parte de nosotros que no envejece (dar y recibir amor, capacidad de alegrarse y maravillarse ante lo desconocido, admiración, fomentar la curiosidad).
  • Absorber y aceptar lo nuevo, afrontando el reto de seguir aprendiendo y creando nuevas relaciones y actividades.
  • Apoyarse en visiones positivas de envejecer y resistirse a los prejuicios sociales negativos que conocemos como “edadismo”. Si identificamos aquellos que hemos internalizado y han pasado a ser nuestros, podremos luchar mejor contra ellos.
  • Darse permiso para envejecer. Reconocer que envejecemos implica hacer duelos por las pérdidas inevitables, tanto de las funciones propias como de familiares y amigos.
  • Aceptar la vulnerabilidad y la muerte, no negarlas mágicamente. Reconocer la limitación del tiempo y el final de la vida puede servir como acelerador y no de freno. Alcanzar un cierto acuerdo con lo incierto que hay en la vida y la existencia de un final inapelable contribuyen a valorar más el momento presente y a incrementar su disfrute.
  • Asimilar directamente las ansiedades que vayan surgiendo (vergüenza, infelicidad, envidia, etc.). Dejarlas de lado o negarlas puede afectar negativamente nuestro estado de ánimo o complicar los intercambios con las personas próximas.
  • Desarrollar tolerancia, compromiso, madurez y sentido del humor.
  • Comprometerse con dejar un mundo mejor para la siguiente generación. Trasmitir un legado que nos sobreviva contribuye a una mayor aceptación del propio final.

Envejecer no es lo mismo que madurar. Los norteamericanos recomiendan exprimir el limón. La consigna, que me parece muy gráfica, es: Hacer limonada con todos los limones que la vida nos ofrece. Es decir, seguir poniendo en juego nuestros recursos para aprovechar las oportunidades que tenemos o que podemos crear en cada etapa de la vida y completarnos como personas.

Por supuesto que la vejez tiene sus momentos difíciles, retos que amenazan nuestras seguridades y ponen a prueba el coraje personal y la convicción de la que la vida es un privilegio que merece ser disfrutado. Si utilizamos las recomendaciones señaladas y contamos con el apoyo afectivo de los seres queridos, conservaremos esa esperanza que nos ayudará a atravesar con éxito muchas adversidades y a dejar un modelo positivo de la vejez a los que nos siguen.

 

Dr. Bartolomé Freire, Psiquiatra jubilado y autor del libro: La Jubilación, una nueva oportunidad.

 

REDACCIÓN SENIOR 50

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