El pasillo son seis pasos.
La lamparita de la entrada
flota entre delfines
y parpadea antes de entrar,
como un saludo sin voz
que pide que acaricies
y se deja acariciar.
El salón es un libro de colores
a seis pasos del balcón.
La habitación, el jardín de una flor
que duerme entre mil flores.
Las madrugadas son un instante,
como las tardes,
como las mañanas de sol y con vermut,
charlando de todas las cosas
que dejamos guardadas tanto tiempo
en la parte de atrás del corazón.
Como la mayor parte de ti,
que todo lo que ha hecho
es hacerme sentir y
que me he guardado dentro,
en el centro,
donde están las ganas de vivir.
Nos separa el río
y sus luces de nostalgia.
Las palabras de tu cuadro
posaron junto a él,
y las tuyas se quedaron, para siempre,
dentro de un corazón…
El mío.
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