Olivo de plata

santuario

 

Me quedé detrás de la última puerta.

Luz tenue de tu mesita
alrededor de tu sombra,
iluminando las palabras
que mi corazón te hacía llegar
en forma de alas.

Por no quererte despertar
tus ojos se cerraban,
y los míos al llorar.

Descanso,
en las caricias de tus manos.
Solo, en recuerdo dibujé tu boca
con mi dedo en el aire,
y me vino tu olor.

Y tu beso de madrugada
antes de irte a trabajar,
y tu mano en mi pelo
como un peine,
que quiere peinar.

Lleno mis ganas de vivir con tus momentos.
Un minuto de ti
es un verso lento
que se me pierde al instante.

El aire de voz
entra por mi garganta
para llenarme por dentro.

Entro.
Realidad que me espanta.
Peso,
en derrame de coz,
fina la piel de guisante,
viento que pesa sin ti
una por una
a cada instante.

No canses tus ojos
con tu mirada siempre encendida.
Vuela como ave por tu sierra.

¿Sabes?
La tuya es morenita y pequeñita,
lo mismo que esa aceituna.
Una virgen con mantilla
cubriéndote la cabeza.

Ahora te toca con su manto
como quien quiere peinar
tus ondas olas de plata.

Olivo viejo,
olivo de mil ramas.
Déjate sentirte aun sin hablar.
Déjate soñar.

 

 

http://losangelesnosmirandurmiendo.blogspot.com.es.

  • Artista polifacético dedicado a la poesía desde que era niño y a la pintura. Él mismo recuerda “aquel diario con llave de tapa roja que escribía y guardaba cada noche en una caja de vinos, a la edad de 6 años. Me enamoré sin querer de aquel papel en blanco y más cuando lo llenaba con mis pensamientos. Ver aparecer las palabras con la tinta de un bolígrafo: era emocionante. Luego, como en todas las vidas, empezaron a pasarme cosas. La tristeza y la alegría empezaron a salir de mí a cada momento como guiadas por un río invisible, y no podía parar. Y del poco a poco, al hoy”.

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