Un sueño sin dueño es como el dueño de un perro siempre atado a su collar.
Dos sombras en mar de un agua que al saltar se deja la mitad en el cielo, viendo cómo cae su otra mitad a toda velocidad. Sin decir palabra siento y muero, y sin dejar de respirar.
Déjame a mi voluntad. no quiero decir, solo a mí mismo.
Que una flor no crece en paz si por tiempo seca y queda entre los libros. Muerto el pétalo, muerta la hoja. ¿Entre más hojas? Jardín desierto, me destrozas.
Ya no hay gotas en tus bocas y tu cuerpo es un desván que más que va siente y derrite y no es que cite, es que no estás.
Y busco en mis cabezas cuando rompen por no romperme a piezas y llorar. Y sueño con flor fresca en ese mar como el que busca tierra sin saber ni dónde está.
Los locos siempre son almas abiertas. esas puertas sí, las quiero yo cruzar. Sentirse vivo en una vida que hipnotiza. ¿Qué es verdad? ¿Tu realidad o la mía?
Vete al carajo. ¡Dímelo! Desnudo estoy y en él, buscando la tierra prometida, bailando con tormenta y también, palpando con mis manos los truenos, respirando esas nubes de cerca. En este barco no hay capitán ni timonel, ni noche sin luna que no erice mi piel.
100 años de soledad y los fierros mágicos de Melquíades. Las cosas tienen vida propia, eso gritaba el gitano.
Cuando sueñas libertad solo puedes buscarla, para nunca tener que llorarla por no intentarlo. ¡Prueba a intentarlo al menos! Prueba a encontrarla. Yo pienso beberla con mis labios en el primero de mis sueños.