Salgo a tirar la basura le digo a mi hermana, y marcho.
Tenue luz anaranjada,
asfalto mojado y calles solitarias.
Solo voces, lejanas, tras los cristales de sus casas.
Me enciendo un cigarro y camino, despacio,
y sigo caminado
y llego a esas bocas grandes que se tragan las tres bolsas.
Al soltarlas me alzo un poco el cuello,
hace frío esta noche,
y la niebla me tapó el camino,
allí a lo lejos veo mi coche.
Metí una mano en el bolsillo,
pañuelos duros retorcidos
que recuerdan la última vez que lloré,
y despierta mi sentido.
Oigo esas gotas caer,
haciendo a la hoja pesada como si fuera una rama,
mis pasos al perder
la sombra que le acompaña.
Las voces otra vez, la madre a su hijo canta,
un perro por morder que no puede y me ladra,
tenue luz anaranjada, tristes calles solitarias, tristes para mí.
Ahora oigo reír
y me sale una sonrisa.
Abro de nuevo la puerta.
Ya estoy en casa digo al entrar.
Nadie contesta, están bañando a los niños.
Vuelvo a sonreír, me inclino en el sofá,
me echo hacia detrás y me pongo a escribir…
otro día más me digo.
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