¿Qué pensarías si te dijera que casi todos venimos equipados, de serie, con un programa en el que figuran valores y creencias que no son nuestros? ¿Y si te dijera, además, que tal programa nos lleva a ser quienes no somos para intentar ser aceptados por nuestras respectivas familias? Cada clan, cada tribu, tiene sus propias dinámicas, algunas de ellas distorsionadas y que, a pesar de no servir a nadie, se repiten en bucle hasta que alguien decide limpiarlas. Hasta que te haces cargo de tu legado familiar.
Desde hace un tiempo me he dado cuenta de que, a veces, por no decir casi siempre, dramatizo en exceso algunas cosas que me ocurren. Incluso mi respuesta llega a ser exagerada, sin que yo me percate de ello hasta después de pasados unos días.
Ser consciente de esto me ha llevado a preguntarme para qué tales excesos, pues es obvio que quien peor lo pasa soy yo misma, incapaz de salir de mi frustración, tristeza e incluso rabia, en dichos momentos.
Para Isabel Jiménez, experta en Constelaciones Sistémicas, hay veces en las que las respuestas son desproporcionadas y reactivas, dejando a un lado algunos elementos y algunas personas que forman parte de esa realidad.
¿De dónde surgen estas respuestas desproporcionadas que, en realidad, nos alejan de los demás y de nosotros mismos?
La respuesta a esta cuestión está en lo que nos han legado nuestros familiares durante las generaciones precedentes, tal y como propone la coautora, junto a Ana María Román, de Los ancestros hablan: “hay creencias y valores antiguos que ponen límites y generan dramatismos no relacionados con lo que nos está pasando en este momento”.
Diez pasos para salir del bucle familiar
Decía Bert Hellinger, el teólogo y espiritualista creador del sistema de Constelaciones Familiares, que lo que ayuda a alcanzar la felicidad es que cada cual ocupe el lugar que le corresponde en la estructura familiar.
Al excluir algunos elementos y a algunos miembros del sistema familiar, sea cual sea la causa, lo que se produce es la perpetuación del problema. De hecho, al echar fuera a alguien del clan hay veces en las que uno mismo se queda excluido.
“Los ancestros hablan a través de su historia, lo cual no implica que ésta se repita, sino que sus descendientes puedan ser libres ante ella”, dice Isabel Jiménez, creadora del término Técnica de Barrio Sésamo, una herramienta terapéutica para recordar quién es quién en el sistema familiar, a partir de unos muñecos articulados que los representan.
De la mano de dicha experta, te propongo un decálogo de diez pasos para salir de los patrones y bucles ancestrales, inservibles en el presente:
- Descubrir las dinámicas distorsionadas y antiguas que no sirven a nadie y se repiten en bucle a lo largo de sucesivas generaciones de tu familia.
- Entender dichas dinámicas para salir de ellas y lograr una mayor libertad.
- Alcanzar un estado de libertad para poder decir la verdad sin miedo a la pérdida o la exclusión. O, en todo caso, asumir mejor la pérdida o exclusión.
- Transformar. En lugar de ser niños leales y reactivos, pasamos a ser adultos responsables.
- Actualización de la persona en relación a sus referentes (creencias y valores), lealtades y lugar que ocupa en su sistema familiar.
- Reiniciar. Recomenzar, limpiar el sistema operativo de los programas que ya no son útiles, que estén obsoletos.
- Ir hacia atrás. Explorar los hechos ocurridos en el sistema familiar, identificar lo que pasó y a quiénes.
- Desidentificación. Retornar al presente con la desidentificación de aquello que ocurrió.
- Cerrar. También el programa en curso, asumiendo o cerrando los bloqueos que te correspondan.
- Ocupación. Del nuevo lugar en el sistema familiar, conectándolo con tu Ser.
Las exclusiones del clan
Si has llegado hasta aquí, te cuento algo más de la toma de consciencia acerca de qué parte del legado de mi clan me corresponde asumir y cerrar.
Resulta que he descubierto, por historias que me contaron cuando aún era una niña, aunque he comprendido finalmente de adulta, que en mi clan familiar ha habido exclusiones.
Algunas por dolor, como el caso de Antoñito, que fue mi hermano más mayor por unas horas y al que, aunque no conocí, identifiqué años después, en una sesión de Coaching, como un muñequito del Día de los Inocentes, de color negro.
Antoñito “jugaba” conmigo al escondite, entre las columnas del escenario que imaginaba durante la sesión. Era su forma de decirme que deseaba aparecer, ser y ocupar el lugar que le correspondía en la familia.
Este proceso me ha permitido desbloquear la existencia de mi propio hermano, oculta por normalización durante muchos, muchos años, quizá para evitar un posible dolor a mi madre.
Lo que aún no he descubierto es la dinámica que, a veces, distorsiona mi respuesta ante algunas de las cosas que me ocurren. Aunque ya sé que se trata de un patrón que se viene repitiendo por línea materna a lo largo de varias generaciones.
Es una parte de mi legado de la que me hago cargo, aunque sé que he de desidentificarme de ella para liberarme y así ocupar el cargo actualizado que me corresponde dentro del clan familiar.
Y tú, ¿te gustaría descubrir cuáles son los patrones que se repiten y bloquean tu sistema familiar?
¡Felices Limpiezas del Legado Familiar! ¡Feliz Coaching!