Puerta de madera abierta con dos pasos. Rostro que mira, ojos cerrados, cara escrita con plata hablando sin abrir los labios.
Urquijo, atravesando el portal con sus cristales. Una luz, ventana que de frente me devuelve lo que no quiero mirar.
Espero que la noche se marche dejándome dentro de este mismo salón que no perdí.
Bebo vino y me alimento amarillo dentro del cristal, fugaz por mi cuerpo hambriento.
Luna, te quiero mirar y no te encuentro. Las campanas son el eco de mi ansiedad, habitación de farola anaranjada iluminas mi silencio que añoro y que anuncia la verdad.
Pasos hacia atrás, madera sin pies contando los segundos que no veo.
Me alejo hacia el rincón más solitario y pido perdón por nombrarte sin haberte conocido. Ahora que las horas son en paz y el aire es el único suspiro.
Mirando la parte de mi mano desnuda cerré con llave los labios por no hablar, detrás de la puerta cruda. Ahora que no digo más que la verdad me quedo con el tiempo que respiro y se aumenta hacia un cielo en libertad.
¿Puede el fin con lo desnudo? Dime tú que estás detrás del cristal.