Hace unos días en Madrid hacía mucho, mucho calor. Mientras esperaba a una de mis personas favoritas, me puse a la sombra de un quiosco de castañas (sólo de pensarlo, aún más calor). Al cabo de un momento, una mujer entra tímidamente en el arco que proyecta uno de los laterales del puesto.
Le animo a que se posicione, evitando así el sol en la cabeza, pues hay sombra para ambas. Con toda naturalidad, iniciamos una conversación, sobre la importancia de protegerse de la radiación solar, que dura lo que tarda en cambiar el semáforo. Entonces se despide con cordialidad y sigue su camino.
En ese momento me di cuenta de lo sencillo que es para algunas personas amortiguar la sensación de soledad, impidiendo que tome el poder y les provoque tristeza, desánimo o desesperación. La fórmula tiene una gran proporción de relaciones humanas.
Esa misma mañana había asistido a un congreso organizado por la Asociación Española de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc) sobre el desarrollo tecnológico en los canales de venta.
Durante el descanso uno de sus ponentes, Pablo de la Rica, me cuenta de su infancia en un negocio detallista: “Mi padre tenía clientela de las de sin prisa, gente que iba a la tienda no sólo a comprar, sino a echar una conversación; de modo que cuando él estaba ausente por acudir a alguna feria, esos clientes no se quedaban, sino que asomaban la cabeza, preguntaban por él y al decirles que llegaría más tarde declinaban la invitación y lo dejaban para otro rato”.
De la Rica, gerente de Retail Knowledge (experto en el sector minorista) en Aecoc, defiende el valor del trato humano en todos los órdenes, también en el comercio a pie de calle, tenga el formato que tenga.
En su ponencia recordó a los asistentes un proyecto piloto de la cadena de hipermercados francesa Carrefour, que consiste en la instalación de “Cajas Blablabla” en 150 de sus establecimientos ubicados en territorio galo.
Se trata de cajas de salida en las que se permite un rato de charla a aquellos clientes que así lo deseen. Es decir, mientras el personal encargado del cobro cumple con su cometido, dejan que el cliente se tome su tiempo y eche el rato conversando.
Tanto esta experiencia piloto en Francia, como la pionera de la enseña Jumbo en los Países Bajos y próximamente en Bélgica, ambas tienen como objetivo aliviar la soledad percibida y padecida por las personas mayores, al tiempo que hacer un guiño a ese comercio del siglo pasado en el que se daba prioridad al trato con el cliente, a la relación interpersonal.
Recuerdo ahora la iniciativa Correos te visita, puesta en marcha por la empresa pública, siete años atrás, en la zona sur de Madrid.
Consistía en que los carteros visitaban periódicamente los domicilios de las personas más mayores del barrio, comprobando su estado de salud física y anímica, que comunicaban posteriormente a sus familiares o allegados.
La filosofía de tal experiencia radicaba en el conocimiento que esta red de funcionarios tenía del área que cubrían en sus repartos diarios de cartas y pequeños paquetes que, no obstante, se había reducido drásticamente dos décadas antes, con la proliferación de empresas de paquetería privadas y el desarrollo de las redes sociales y los smart phones.
Durante los dos últimos años, la pandemia ha agilizado la incorporación de muchas personas a las nuevas tecnologías de comunicación, también la de los más mayores. No obstante, aún existe un alto porcentaje de seres humanos que padecen soledad.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España casi cinco millones de personas viven solas, lo que viene a representar uno de cada cuatro hogares. De este total, cerca del 44% son personas con una edad igual o superior a los 65 años.
Asturias, Castilla y León y La Rioja son las comunidades autónomas con un porcentaje más alto de hogares unipersonales, que ronda el 30% en cada caso.
¿Para qué te cuento todo esto? Desde el Coaching te propongo tomar consciencia de este escenario tan propicio para el desarrollo y consolidación de la soledad.
En sí misma, dicha emoción no es ni negativa, ni malvada; tan sólo depende de cómo la percibamos y vivamos cada uno. Todo ello requiere de un entrenamiento que se puede iniciar a cualquier edad.
La psicóloga y coach Silvia Congost define varios tipos de soledad:
“Da vértigo sentirlo, pero cuando nos enfrentamos al vacío, nos damos cuenta de que, en realidad, el silencio que habita en él está lleno de toda la información que buscamos y que necesitamos en cada momento”, dice Silvia Congost, que insiste en la gestión de la soledad a través de la conexión con el Ser interior: “cuando uno es capaz de conectar con esa parte más interna y profunda de sí mismo, conecta también con toda la sabiduría que necesita”.
¡Feliz Gestión de la Soledad! ¡Feliz Coaching!
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