Un 60% de la población presentará un primer caso de caída de cabello a partir de los 20 años. No obstante, entre los 30 y 50 años comienzan a aparecer determinados casos como la alopecia difusa, una clase de pérdida de pelo en la que se produce una miniaturización progresiva del folículo piloso, haciendo que el mismo vaya perdiendo densidad y volumen y, por tanto, se vuelva más frágil, débil, seco y se caiga con mayor facilidad, llegando a perderse más de 100 al día; según afirma el doctor Antonio Leone, de la clínica Hospital Capilar. Un tipo de alopecia que no distingue entre los géneros y que, por tanto, puede afectar tanto a hombres como a mujeres.
Como explica este experto, la alopecia difusa está relacionada con alguna enfermedad, con algún trastorno o carencia del organismo, o con causas de origen endocrino, algunos medicamentos o con desequilibrios nutricionales. Mientras que la alopecia androgénica «supone una caída progresiva de las unidades foliculares desde la zona frontal hasta la coronilla».
La alopecia difusa está relacionada, en cambio, con determinadas afecciones como situaciones de estrés, las enfermedades intestinales u hepáticas, el trastorno de tiroides o las alteraciones renales, trastornos alimentarios y dietas extremas que carecen de nutrientes esenciales con falta de vitaminas, sales minerales y proteínas o niveles bajos de zinc o hierro, así como la toma de anticoagulantes o tratamientos médicos como la quimioterapia o radioterapia.
Además, también afectan cambios hormonales que se producen durante el embarazo, tras el parto o en la menopausia, que es precisamente el periodo en el que se producen más diagnósticos de alopecia difusa entre las mujeres.
Cabe recalcar que la caída difusa suele estar motivada, en muchos casos, por efluvios anágenos o telógenos o alopecia androgénica femenina, aunque en ocasiones pueden llegar a solaparse ambos motivos. La alopecia androgénica, que se estima que afecta a un 20% de las mujeres a los 50 años y cerca del 42% tras los 60, se trata de una pérdida de densidad de años de evolución que suele empezar por un ensanchamiento de la raya del pelo, afectando a la línea de implantación y entradas.
A pesar de su carácter temporal, es importante destacar que el diagnóstico precoz del desencadenante de la alopecia difusa será fundamental para evitar que esta pérdida se agrave. Una vez identificado el origen del problema, los expertos recomiendan optar por tratamientos encaminados a frenar su evolución, como el uso de Minoxidil o el Plasma Rico en Plaquetas (PRP), así como suplementos orales encaminados a reintroducir déficits vitamínicos. Por último, se aconseja cuidar aspectos de nuestra vida como el estrés o mejorar nuestros hábitos alimenticios, optando, por ejemplo, por alimentos ricos en hierro, ya que se estima que dos de cada tres mujeres con caída de cabello difusa tienen deficiencia de hierro.
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