Hay un rio encendido de hojas amarillas y rojas, de escarcha en su cuerpo transparente de mis huellas descalzas, en su barro dormido.
Hay una música lacrimosa alrededor del árbol escondido, del árbol de las ramas hacia el cielo que buscan la luz que no encuentran en el suelo.
La niebla alrededor, huecos entre las piedras, la piel verde de musgo aleja el frío de cuchillo
que la puebla.
Hay un bosque en mi sueño con hadas, duendes, aves, mariposas y palabras y lienzos llenos de colores. Un piano hecho de agua con sus teclas suspendidas en el aire. Una guitarra de flores con la forma de tu cuerpo y cuerdas de sabores.
Hay en mi sueño un bosque que aparece, desaparece y vuelve a aparecer entre esculturas nacidas de la tierra y la madera y la dulce melodía de la vida envolviéndolo todo de una paz eterna.
Si cierro los ojos, sonrío, puedo verlo, tocarlo. Si los abro vuelvo a sonreír por haber podido verlo… soñarlo.