De la salud de nuestros pies depende, en gran medida, nuestro estado de bienestar y, por tanto, la felicidad.
El cuidado de la salud podológica no solo es esencial para preservar la movilidad, sino que también juega un papel determinante en el bienestar general y el estado de ánimo de las personas. Así lo ha señalado Antonio Viana, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana, ICOPCV, quien ha destacado que “una buena salud de los pies está estrechamente ligada a la felicidad ya una vida activa y plena”.
Las dolencias en los pies pueden afectar considerablemente la calidad de vida. «Cuando existen molestias podológicas, es habitual que se reduzca la movilidad del paciente, lo que puede derivar en una vida más sedentaria. En casos más graves, la persona puede llegar a requerir ayuda para desplazarse, lo que limita su autonomía y repercute directamente en su bienestar emocional», ha señalado Viana.
Entre las afecciones más comunes que dificultan la movilidad se encuentran los callos dolorosos, las uñas encarnadas, la fascitis plantar o los juanetes. Estas patologías, si no se abordan de manera adecuada y precoz, pueden condicionar el día a día del paciente.
Para evitar problemas, los expertos del Colegio recomiendan realizar, al menos una vez al año, una revisión podológica completa. Esta evaluación permite detectar alteraciones en la pisada mediante un estudio biomecánico, lo que facilita la aplicación temprana de tratamientos ortopodológicos que previenen dolencias mayores y evitan limitaciones en la marcha.
Las personas mayores, por los efectos degenerativos de enfermedades como la artrosis o la artritis; las personas con diabetes, por el riesgo de neuropatías y complicaciones derivadas del pie diabético; y los deportistas, por el impacto repetido en las extremidades inferiores, son los grupos con mayor predisposición a sufrir problemas podológicos.
Utilizar un calzado cómodo, que no oprima ni cause dolor, ya que el malestar constante puede influir negativamente en el estado de ánimo.
Hidratar diariamente los pies para evitar la formación de durezas y callos, prestando especial atención a no aplicar crema entre los dedos.
Ante cualquier molestia en pies, tobillos, rodillas o caderas, acuda a un podólogo para realizar un estudio biomecánico y determinar si es necesario un tratamiento específico.
Caminar descalzo sobre distintas superficies naturales como césped o arena para estimular la propiacepción.
Realice baños de contraste (agua fría y tibia) para favorecer la circulación venosa.
Cortar las uñas de forma recta para prevenir la aparición de uñas encarnadas.
Cuidar la salud de los pies va más allá del confort físico: es una inversión en calidad de vida, autonomía e incluso felicidad. La prevención, el diagnóstico precoz y la atención profesional son las claves para garantizar una pisada firme y saludable en todas las etapas de la vida.
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