¿Has oído la historia del Buda de Oro? En el primer tercio del siglo pasado, las obras de acondicionamiento de un área del barrio chino de Bangkok, en Tailandia, requirieron el traslado de una estatua de Buda desde un antiguo templo a una pagoda. Las dimensiones de la misma eran de tres metros de altura y 5,5 toneladas de peso.
Dos décadas y media después, de nuevo unas obras en el lugar donde estaba ubicada la estatua requerían su traslado a un edificio; aunque esta vez el fallo en uno de los cables de la grúa hizo que la escultura cayera en el barro.
La figura de Buda estaba realizada en estuco, es decir, una masa de yeso y agua con cola, pintada de color dorado. Como ocurrió en la estación de las lluvias, los monjes cubrieron la estatua con lonas, para evitar su deterioro.
Cada noche, uno de los monjes supervisaba que la escultura no quedara a la intemperie. Ocurrió que, durante una de sus vigilancias, la luz de la linterna le devolvió un brillo que provenía de una grieta que se había hecho en la estatua.
Empezaron a cincelar la gran escultura y resultó que, bajo la gruesa capa de arcilla, apareció una figura de oro macizo.
Hoy es la mayor escultura del mundo realizada en dicho metal. Cada año el Buda de Oro es visitado por millones de personas.
“Esa esencia de oro es lo que constituye tu auténtico yo”, dice el coach Saúl Pérez que, siguiendo la metáfora, considera que “las capas de arcilla representan las cosas que te frenan y no estás teniendo en cuenta”.
La búsqueda de ese oro interior se logra, según el director del Instituto de Desarrollo Consciente, volviendo a la abundancia: “no es lo que haces, sino desde dónde lo haces, esto es, desde la arcilla o desde el buda de oro”.
¿Cómo puedes encontrar esa riqueza interior? ¿Por dónde empiezas la búsqueda? Saúl Pérez te da las siete claves para iniciar tu proceso:
Si has llegado hasta este punto, comparto contigo cómo va mi proceso de encuentro con mi propio buda de oro.
Resulta que, al repasar el decálogo anterior, me doy cuenta de que los puntos 3 y 5 son los que más me cuestan, al menos de momento. Es que eso de dudar de mis creencias es algo para lo que culturalmente no estoy preparada.
Me encanta el pensamiento crítico, es decir, lo de poner en duda tesis y axiomas; no obstante, la cosa cambia cuando se trata de mis creencias, especialmente aquéllas que están más arraigadas.
Lo que empieza a convencerme es el aspecto de la utilidad, pues desde un punto de vista práctico, coincido en que lo mejor es deshacerse de lo que no es válido para lograr mi propósito.
Y ya enlazo con otro de los puntos con los que tengo dificultad: mi propósito, con el que todavía tengo una relación algo esquiva. No obstante, he decidido seguir la máxima del matemático Xavi Roca-Cusachs en Escuela de Inspiración: “si encuentras tu propósito, pues bien; si no, dedícate a hacer algo que te guste mucho, que te apasione”.
¡Feliz Encuentro con tu Buda de Oro! ¡Feliz Coaching!
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