Ultimate love, última novela de Dolores Payás, confirma que «es posible enamorarse completamente en la vejez». Esta firme convicción de la autora es el eje central de esta historia escrita bajo un auténtico dominio del lenguaje. Una historia llena de sensibilidad, empatía y humor. La novela gira en torno a la relación de Lord Peregrine Fox, un decadente aristócrata rural inglés, y Rocío Medina, traductora gaditana y mujer vitalista, que contactan a través de una red social. Ambos han superado ya la barrera de los 60 años y comienzan una historia de amor a través de la palabra. Sus intercambios epistolares son la base del conocimiento mutuo que va forjando el camino del enamoramiento. Con esta obra, la escritora que está a punto de cumplir 70 años, confirma que «la edad no es obstáculo para vivir una gran historia de amor.
Tras 16 libros como traductora y cuatro novelas, llega este nuevo libro, Ultimate love. ¿Por qué este título?
El título de una novela suele ser un quebradero de cabeza. De hecho, siempre es más fácil escribir una novela que encontrar el título. En este caso nos sentamos con mi agente literaria, los editores, y tras darle vueltas y vueltas optamos por un título inglés. Ya sé que parece una afectación, pero yo espero que la gente nos lo perdone, porque en realidad la novela transcurre en Inglaterra y el término ultimate no existe en español. No significa “lo último” sino que significa “el definitivo”, el no va más. Y como la novela trata precisamente de un amor romántico, esto está implícito. Es decir, cuando se vive un amor romántico se vive como el definitivo. Aunque se acabe, no importa.
¿Por qué escribir una novela romántica, una historia de amor?
En realidad es una deconstrucción de la novela romántica. A mí me gustan mucho los géneros, pero me gusta exprimirlos, retorcerlos y luego distorsionarlos y darles mi propia versión. Yo soy muy burlona. Mi visión de la vida es tragicómica y eso lo reflejo en todo lo que escribo. Tenía ganas de hablar del amor, pero no quería hablar del amor en la juventud, porque eso no tiene ningún mérito. Romeo y Julieta murieron de amor. Pero como decía, no tienen ningún mérito porque tenían 13 y 12 años y explotaban de hormonas. Lo que tiene mérito es el amor romántico a nuestras edades, cuando eres viejo. Porque no hay que tenerle miedo a la palabra viejo. Mis amantes se enamoran por la palabra y se destruyen por la palabra, y se aman por la palabra. Todo lo hacen mediante la palabra. Lo que yo quería demostrar es que se puede vivir un amor romántico exasperado a cualquier edad.
«La edad no es obstáculo para vivir una gran historia de amor»
La protagonista femenina es Rocío, una gaditana que vive como quiere vivir, es una mujer libre que, como tú, es traductora.
Rocío es un personaje muy latino. Seguramente podría ser tú también. Cualquiera de mis amigas, de mis hermanas. Nosotras las latinas en general, somos vivarachas, tenemos humor, estamos muy a gusto con nuestro propio cuerpo. La busqué a ella adrede, igual que a él, al caballero inglés. Porque allí la gente está llena de inhibiciones corporales, están como despegados de su propio cuerpo. Los latinos estamos muy pegados a nuestro cuerpo y eso entonces funciona muy bien.
¿Por qué les haces coincidir en una red social?
Incluir la página de contactos es interesante porque, a partir de una cierta edad, no tienes ganas de salir a patrullar por los bares. Eso ya lo hemos hecho de jóvenes. Y entonces, es muy difícil conocer a alguien nuevo. Así se llega a la red social que es un arma de doble filo. Por una parte está muy bien (no todas porque algunas son muy cutre), porque te permite contactar con muchas personas. Por la otra, es de una crueldad terrible, porque es descartar a una persona porque ha dicho una palabra o porque tiene barba… Es como ir al supermercado y descartar un producto. En la historia los protagonistas se conocen a través de una red social, porque de otro modo seguramente no se hubieran encontrado jamás.
«Nos tienen que permitir saber envejecer tranquilamente»
Coinciden en esa página de citas y comienzan una relación epistolar.
Esto es fundamental porque soy una militante de las palabras. Yo creo que hay que reivindicar apasionadamente la vuelta a un lenguaje fértil, rico. Estoy preocupada porque veo que la gente joven escribe cada vez peor, entiende cada vez peor. Se está perdiendo capacidad lingüística y creo que, por primera vez en la historia de la humanidad, nuestros nietos serán más tontos que nosotros. Y eso me parece muy preocupante, porque si tú no tienes un lenguaje complejo, no puedes articular ideas complejas. El lenguaje no solo sirve para explicar el mundo. Sirve para batallar contra el mundo, para analizaralo. Sirve para todo. Es fundamental que tengamos un lenguaje rico y lo estamos perdiendo. Por eso quería que estos dos se enamoraran mediante el lenguaje. Ni se hablan por teléfono, solo se escriben y se enamoraron locamente. En una semana se van construyendo a sí mismos y construyen la imagen del otro a través de la palabra. Al mismo tiempo construyen el deseo común a los dos, se muestran, se inventan. Es todo un montaje literario amoroso.
¿Se debe renunciar a vivir una historia de amor en la madurez de la vida?
No, de ninguna de las maneras. Aunque es necesario aclarar qué es eso de envejecer, porque a veces no está tan claro. El asunto es, de alguna manera, una paradoja porque, te dicen vamos a ver usted, los 60 son los 20 de antes, los 70 son… Majaderías. Lo que están intentando es cautivarnos el hecho de envejecer. Tenemos que poder envejecer normalmente. Hay que normalizarlo. Envejecer es parte de un proceso biológico natural. En la adolescencia te sale acné y en la vejez te salen pelos donde no te lo esperas. Pero es lo mismo. Es parte de un proceso biológico normal. No es una humillación envejecer. Nos tienen que permitir saber envejecer tranquilamente.
En la vida, ¿hasta qué punto es importante el sentido del humor?
El sentido del humor es necesario para sobrevivir. Absolutamente necesario. Y además, es muy importante para normalizar las situaciones, desdramatizarlas. Hay que desdramatizar las cosas, todo, incluso el sexo.
¿De ahí entonces que arranques la novela con una erección y la sorpresa del caballero?
Claro. Hablamos de relaciones en personas de más de sesenta años y esto no es Disney. A estas edades hay problemas concretos que en la novela yo llamo problemas hidráulicos. Son problemas de ingeniería mecánica para los caballeros y problemas también para ellas. Y todo debe nomalizarse. De todo se puede hablar con tranquilidad, con humor, porque además el sexo, y tal vez lo que voy a decir sea un aburrada, para mí es mucho mejor de mayor que de jóvenes.
«Hay que reivindicar la vuelta a un lenguaje fértil, rico y complejo»
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