Mi ilusión puede ser imaginarte en cualquier lugar.
Por ejemplo, aquí,
recitando dentro del edificio que ayudaste a levantar.

Siento el tiempo de tu ausencia,
señor Tomás,
y el olor de tu cuerpo cada mañana
dibujado a lápiz junto al mío,
y abrazado por tus brazos
delante de ese tapiz
muy cerca de tu sonrisa de oro,
muy cerca de tu corbata de plata,
justo antes de despertar.

Será que sueño contigo cada noche,
será que no puedo dejar de hacerlo.
Por eso apenas siento
el peso del paso de tu ausencia,
porque puedo abrazarte, escucharte,
besarte, y es tu sonrisa la que le dice a mi inocencia:
“Acércame tu cara que la quiero besar”.

Podríamos tomarnos un café
pasada la media noche.
Podrías  contarme tu experiencia más allá
donde los cuerpos no respiran,
y cerrar los ojos mientras me das la mano
y te susurro al oído esta poesía.
Es para ti.

Podrías intentar tocarme el pelo con tus manos,
podrías sentarte conmigo en la terraza de verano
y olvidarte de que ninguno de los dos estamos vivos.
Ni tú en la distancia, ni yo sin ti en este camino.

Podríamos viajar a aquel Rocío
que nos hizo perdernos antes de llegar
y en el que tan alegres nos sentíamos perdidos.
Podrías darme una señal sin estar dormido
y quedarte,
aunque fueran segundos.

Te he comprado Ducados.
Dejaré una vela encendida para que puedas fumar
y un café con leche encima de tu mesita.
Por la tarde te llevaré a pasear
por el centro de la ciudad
y pasaremos por el Prado.
No pudimos pasar.
¿Te acuerdas?

Ahora escucharás una poesía en la distancia,
dentro de tu edificio.
Te veo justo enfrente
y sé que cuando acabe…
sé que cuando acabes,
marcharás.

losangelesnosmirandurmiendo.blogspot.com.es

 

Tomás Martínez

Artista polifacético dedicado a la poesía desde que era niño y a la pintura. Él mismo recuerda “aquel diario con llave de tapa roja que escribía y guardaba cada noche en una caja de vinos, a la edad de 6 años. Me enamoré sin querer de aquel papel en blanco y más cuando lo llenaba con mis pensamientos. Ver aparecer las palabras con la tinta de un bolígrafo: era emocionante. Luego, como en todas las vidas, empezaron a pasarme cosas. La tristeza y la alegría empezaron a salir de mí a cada momento como guiadas por un río invisible, y no podía parar. Y del poco a poco, al hoy”.

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