La Confederación Española de Alzheimer, CEAFA, ha puesto en marcha la campaña Cero omisiones. Cero Alzheimer, coincidiendo con el Día Mundial del Alzheimer, que se conmemora el 21 de septiembre.
El objetivo es poner sobre la mesa el valor y la importancia del diagnóstico precoz y certero como punto de partida para desarrollar un abordaje integral de la enfermedad de Alzheimer, y de cualquier forma de demencia, que ayude a “llegar a tiempo” en la detección de casos y reducir las “alarmantes” cifras que representa el infra diagnóstico de esta enfermedad neurodegenerativa que, de acuerdo con la Sociedad Española de Neurología, puede alcanzar alrededor del 30% de casos.
Así lo ha manifestado la presidenta de CEAFA, Cheles Cantabrana, quien ha subrayado la importancia de luchar contra el diagnóstico tardío y en fases avanzadas actualizando las herramientas en Atención Primaria, así como el acceso “rápido y sin demoras” a la Atención Especializada y la acción social para poder identificar posibles casos de riesgo.
En este sentido, Cantabrana ha asegurado que el diagnóstico precoz es la base para establecer un cambio de modelo en la lucha contra el Alzheimer, que ayude además a establecer un cambio en el perfil de las personas afectadas por la enfermedad, por lo que ha pedido compromiso y responsabilidad para poder llevarlo a cabo.
Dentro de esta campaña, la confederación española ha presentado una serie de reivindicaciones dirigidas a los agentes públicos y privados que intervienen en la lucha contra el Alzheimer y otras demencias y que tienen que ver con los derechos de las personas con esta enfermedad y sus familias, el entorno y el marco local, el abordaje integral del Alzheimer, los nuevos perfiles de personas diagnosticadas, el área sociosanitaria, los costes de la propia enfermedad y su impacto en la sociedad, así como la necesidad de desarrollar una Estrategia de Enfermedades Neurodegenerativas y el Plan Nacional/Integral de Alzheimer.
El Alzheimer continúa siendo la principal causa de deterioro cognitivo en el mundo y un problema sanitario y económico de primera magnitud. Según la OMS es ya una de las 10 principales causas de discapacidad, dependencia y mortalidad en todo el mundo.
No en vano el Alzheimer ha sido catalogado como la verdadera epidemia estructural del siglo XXI. El último informe de la Alzheimer’s Disease International realizado en 2015 calculaba que en el mundo había 46 millones de personas con demencia y proyectaba que esta cifra aumentaría hasta los 131,5 millones en 2050.
La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia (más del 60% de los casos de demencia diagnosticados en el mundo), y cada año se diagnostican unos 10 millones de nuevos pacientes. El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la pérdida y muerte de neuronas, lo que produce un deterioro persistente de las funciones cognitivas, que altera la capacidad funcional y condiciona discapacidad y dependencia de manera gradual y progresiva. La Sociedad Española de Neurología, SEN, calcula que en España hay unas 800.000 personas que padecen esta enfermedad.
Como explica el doctor Juan Fortea, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN, esta patología afecta a entre un 5 y un 10 % de los mayores de 65 años, cifras «que se duplican cada cinco años hasta alcanzar una prevalencia aproximada del 50 % en los mayores de 85 años». Aunque aclara el experto que la edad no es el único factor desencadenante, ya que se trata de una enfermedad multifactorial «condicionada por factores genéticos y/o ambientales, en la que también influyen otros como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo o la diabetes».
Se calcula que una reducción de al menos un 25% en estos factores de riesgo modificables podrían ayudar a prevenir entre 1 y 3 millones de casos de Alzheimer en el mundo. Sin embargo, un estudio publicado recientemente en la Revista Neurología señala que menos de un 50% de la población española tiene conocimiento sobre los factores de riesgo de la enfermedad.
Aunque se trata de una enfermedad sin cura, en las últimas dos décadas se han realizado enormes avances en el conocimiento de la fisiopatología y del desarrollo de biomarcadores para ayudar en el diagnóstico de la enfermedad. “Hemos de destacar el desarrollo en los últimos cinco años de marcadores plasmáticos, marcadores que revolucionarán la forma en que diagnosticamos la enfermedad ya que permitirán cribados masivos de la población y un diagnóstico mucho más precoz de la enfermedad”, señala Fortea.