Me alejé de las estrellas
y me volví
para bebérmelas despacio.
Quieto,
cerca de la arena,
me arranqué la voz
con las seis cuerdas.
Se quedó en murmullo
y se apagaba,
por cada una
de sus olas,
en la fría noche
de la fría sangre
que sí quema.
Cerrados los ojos.
Silencio.
Besos en boca
y labios de espuma.
Se acercan.
Se alejan.