Cómo influye el sueño y la dieta en el control del dolor

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sueño sin dolor

¿Cómo influye lo que comemos en el dolor? ¿Qué relación existe entre calidad del sueño y percepción del dolor? ¿Es efectiva la siesta para aliviarlo?

 

Mejorar la calidad del sueño puede reducir la percepción del dolor, como atestigua un estudio publicad en Journal of Neuroscience. Investigación que se centró en analizar cómo la pérdida de sueño afecta a la percepción del dolor a nivel cerebral, y que ha dado a conocer la Sociedad Española del Dolor, SED.

El estudio señala que mejorar la calidad del sueño no solo reduce la percepción del dolor, sino que también optimiza la capaciada del cuerpor para modularlo. Y, a su vez, el dolor influye en la calidad de sueño, por lo que es necesario abordar los problemas de sueño de los pacientes para manejar el dolor.

El presidente de la Federación Europea del Dolor, EFIC, Luis García-Larrea, recuerda que un buen descanso nocturno ayuda a gestionar el malestar. «Las personas que duermen peor tienen más dolor, lo que subraya la necesidad de abordar los problemas de sueño como parte integral del manejo del dolor», señala.

 

dieta antiinflamatoria

Dieta antiinflamatoria 

Otro factor muy importante a tener en cuenta para enfrentar el dolor crónico es la alimentación. La dieta antiinflamatoria es una estrategia terapéutica clave, ya que proporciona los componentes necesarios para reducir la inflamación y mejorar el bienestar general del paciente.

Esta dieta es esencial para personas con dolor crónico y otras enfermedades inflamatorias, ya que proporciona componentes nutricionales y funcionales que reducen la inflamación. Componentes como antioxidantes y omega-3, necesarios para que el organismo potencie sus procesos de resolución de la inflamación.

En esta dieta se incluyen alimentos concretos como verduras, semillas, frutas, legumbres, frutos secos y pescado azul. También aceite de oliva virgen extra, hierbas aromáticas, especias y yogur o kéfir. Para reducir la inflamación, además, hay que reducir el consumo de otros alimentos como los azúcares, las grasas saturadas, los embutidos y los alimentos procesados. Los expertos recuerdan, también, que hay que limitar la ingesta de carne roja, quesos grasos, leche entera, refrescos, alcohol y café.

 

 

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