Cómo cuidar la espalda a partir de los 50

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La columna vertebral es el eje de nuestro cuerpo y la que nos permite hacer cualquier movimiento. A pesar de ello, la espalda es una de las zonas más castigas y a la que menos atención prestamos. Con el paso del tiempo y sobre todo a partir de los 50 años, se acaba resintiendo.

El mayor enemigo de nuestra espalda es el sedentarismo, que da lugar a debilidad
muscular, articular, ligamentosa y esquelética. A esto hay que añadir que a partir de
los 40 años se inicia la degeneración de los tejidos. Por lo que es a partir de los 50 años cuando debemos tener muy en cuenta y evitar los esfuerzos que nos puedan lesionar.

Lo más importante a partir de una determinada edad es la prevención. Sin embargo, si
ya tenemos dolor, debemos ponernos en manos de un especialista que lleve a cabo un
diagnóstico correcto que nos permita conocer las causas y evitarlas. Nos vamos a centrar en la prevención que evite el dolor de espalda. Para ello, recomendamos las siguientes pautas:

1.- Sentarnos bien con el respaldo entre 90º y 110º con la columna apoyada y los pies bien colocados en el suelo.

2.- Cambiar de postura con frecuencia. La fata de movimiento puede dar lugar a atrofia en la columna.

3.- Caminar con mucha frecuencia vigilando la postura mientras lo hacemos. Debemos
andar con la espalda recta y colocando bien cuello y cabeza.

4.- Fortalecer la musculatura practicando deporte o haciendo gimnasia. Es muy
importante que sea adaptado a nuestra edad y estado físico. El dolor de espalda, sobre
todo el lumbar, se reduce considerablemente con el ejercicio físico, pero si este es
inadecuado, a partir de los 50 años puede causarnos lesiones.

5.- Prestar atención a cómo dormimos. El colchón debe estar en condiciones optimas
y no ser demasiado duro ni demasiado blando.

6.- Hacer estiramientos de cuello y espalda al levantarnos.

7.- Controlar nuestro peso para evitar que el sobrepeso cargue demasiado la
musculatura de la espalda.

8.- Hidratarnos bien, sobre todo en verano. Porque el calor hace que aumente la
sudoración y por lo tanto la cantidad de agua que circula en nuestro organismo es
menor. Los tejidos han de trabajar en condiciones de menor aporte hídrico y los que
conforman la columna no son una excepción. Por ello, conviene que estén
adecuadamente hidratados para lo que hemos de beber agua y líquidos con frecuencia, en especial si vamos a realizar una práctica deportiva intensa.

9.- Evitar los cambios bruscos de temperatura. En verano, debido a los aires
acondicionados, es frecuente exponer la espalda a temperaturas inferiores a los 22
grados, lo que puede dar lugar a contracturas sobre todo de la región cervical.

Si sentimos dolor en la espalda, no tenemos que aceptarlo como algo natural. Es muy importante determinar las causas y para ello es necesario ir a un especialista que
realice un buen diagnóstico. La mayoría de los procesos dolorosos se concentran en la columna lumbar y la cervical, las zonas más móviles de la columna. En nuestra experiencia en Instituto Clavel la mayoría de estos procesos están provocados por las contracturas musculares y por la degeneración de los discos, lo que sucede con más frecuencia a medida que cumplimos años.

Una vez realizado un diagnóstico correcto, el especialista decidirá si lo que procede es un tratamiento médico o si resulta necesaria una intervención quirúrgica. En ese caso, el especialista determinará qué operación es la más recomendable según nuestra edad y nuestras condiciones físicas.

 

Dr. Pablo Clavel.
Neurocirujano y director del Instituto Clavel.

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