Es posible que ya sepas lo que voy a compartir contigo, pues cada año lo proclamo a los cuatro vientos: Me gusta la Navidad, me encanta. Esto es así desde que era niña, aunque con el paso del tiempo parece como si en ocasiones algo, bien en mí, bien en los demás, dejara de fluir.
Ésta es la razón de que la época previa a la Navidad sea mi tiempo de entrenamiento para, de este modo, no dejar nada a la improvisación, entendida esta última como el riesgo de colapso del buen fluir de la energía.
“Más allá de lo religioso, el Adviento es un periodo energético y poderoso de preparación para la Navidad, un tránsito desde la oscuridad a la luz”, dice M. Mar Jiménez, fundadora del Club Hogar Consciente; “ese espíritu de la Navidad ya está con nosotros desde hace unos días”.
La citada hogarista comparte en abierto un Calendario Consciente en el que, cada día de diciembre, pueden descubrirse aspectos relacionados con el bienestar, el autocuidado, la vida cotidiana o el desarrollo personal.
Para esta experta, que suscribe el aforismo oriental “Antes de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa”, hay varios aspectos a tener en cuenta:
La gestión de las emociones requerirá que seas conscientes de ellas (¿sientes ira, envidia, miedo, soledad o tristeza? ¿Qué es lo que sientes y en qué momentos? ¿Qué puedes hacer para mejorar tu vida en este sentido?)
Si has llegado hasta aquí, te explico algo más acerca de mi entrenamiento prenavideño: en mi familia pasa, como supongo que ocurre en otras, que hay algunos miembros que parecen muy decididos a aguar la fiesta a los demás.
Son personas (no muchas, afortunadamente) que proyectan negatividad, falta de empatía e incluso antipatía hacia las relaciones familiares.
¿Cómo lo soluciono? En mi caso, lo afronto como un ejercicio de Coaching, de modo que intento darme cuenta de qué es lo que hay detrás de la amargura o del talante aversivo del familiar en cuestión.
Una vez que creo identificarlo, empatizo con esa persona, dándome cuenta de dónde están sus dificultades. Tengo muy en cuenta que todo esto explica, aunque no justifica su conducta.
En tercer lugar, trato de aproximarme (si me apetece) a la persona en cuestión, ofreciéndole confianza y acogimiento. He de decir que algunas veces da resultado y ese familiar se integra en la fiesta.
En el caso de que no sea así, me aparto de esa persona, sin juzgarla, consiguiendo así no caer en su conducta tóxica. El hecho de evitar el juicio es relevante, ya que es una forma de responsabilizarme de aquello que puedo hacer en una situación de quiebra del fluir energético.
¿Te atreves a entrenarte para estas Navidades?
¡Feliz Carrerilla hacia la Navidad! ¡Feliz Coaching!
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