Esta enfermedad puede tener su origen en una lesión en el cerebro, en factores genéticos u otras causas desconocidas. En el caso de las personas mayores hay algunas causas concretas que pueden desencadenarla, siendo la más frecuente los problemas vasculares del cerebro como las embolias y las hemorragias. La segunda causa son los tumores cerebrales y, con menos frecuencia, suelen provocarla algunas patologías cardiovasculares, renales o de hígado, entre otras, así como la demencia y el Alzheimer, algunos accidentes y cirugías cerebrales, y el alcoholismo.
Las crisis epilépticas aparecen de forma intermitente y repentina que pueden durar unos minutos. Se manifiestan con convulsiones producidas por ráfagas de actividad eléctrica excesiva en el cerebro. Estas pueden causar cambios involuntarios en el movimiento de brazos y piernas, en la función del cuerpo, en el comportamiento o en la conciencia.
En general, podemos distinguir dos tipos de crisis epilépticas dependiendo de la zona del cerebro afectada: las generalizadas, que afectan a toda la superficie del cerebro y provocan pérdida de conocimiento, y las parciales o focales, en las que la descarga comienza en una zona concreta y se puede extender al resto de la corteza cerebral con diferentes consecuencias.
En las personas mayores el tipo más frecuente son las parciales que, a su vez, pueden ser parciales simples o complejas.
Crisis parciales simples: la conciencia se mantiene en todo momento es decir, el paciente está despierto y muestra los síntomas siguientes:
Crisis parciales complejas: en este caso sí se produce pérdida de conocimiento durante la convulsión y cuando esta pasa no se suele recordar nada. Los síntomas son:
La epilepsia generalizada suele iniciarse con un grito y el paciente se desploma. Uno de los mayores peligros es que se muerda la lengua. Estas son las crisis tónico-clónicas, pero existen otros cinco tipos más de crisis generalizadas:
También existe lo que se denomina estado epiléptico que se caracteriza porque los ataques duran más tiempo y se repiten. En este caso son las personas mayores las que tienen mayor riesgo de sufrirlo y hay que consultar inmediatamente con el médico porque puede ser consecuencia de alguna enfermedad grave del cerebro.
El tratamiento de la epilepsia suele ser farmacológico y solo en casos de que no se responda al mismo se plantea la cirugía. Esta se llevará a cabo si la epilepsia es parcial ya consiste en extraer la parte donde se originan las crisis, siempre y cuando esta parte del cerebro no controle funciones importantes como la memoria o el habla.
En caso de las personas mayores los tratamientos se aplican para evitar los ataques y se suelen obtener buenos resultados. Hay que tener en cuenta que estos fármacos suelen tener fuertes efectos secundarios que en los mayores se manifiestan con más frecuencia. Es importante por tanto administrarles dosis más bajas y que el paciente no olvide seguir el tratamiento a rajatabla.
Neurocirujano y subdirector del Instituto Clavel.
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