Las calles están desiertas,
las aves se han escondido
en los huecos de las ramas
de los árboles para dormir.
Y el cielo es un mar
elevado y oscuro
que aguanta su peso en el aire,
esperando la luz del nuevo día
entre palabras soñadas y escondidas
de los dueños que las guardan
y por nadie.
Un verso con beso para niebla
en la mañana que amanece
y que no mira.
El agua al derretir
me dejó ver el espejo
en que reflejo el rostro
de este viejo
que está a punto de partir.
Cuerpo cubierto de tierra,
dejo el pasado en su raíz.
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