Quince jóvenes con discapacidad intelectual de la Asociación AcVAdi y 12 residentes del centro para Mayores Ballesol Majadahonda participan en el proyecto #menosbarrerasmásbarrio con motivo del día Internacional de las Personas con Discapacidad el 3 de diciembre.
A través de la cooperación de estos dos colectivos en talleres de cocina y terapia con perros, entre otras actividades, se pretende fomentar un autoconcepto personal basado en las capacidades y no en limitaciones. “Desde nuestro conocimiento el 100% de las personas con discapacidad intelectual se han sentido discriminadas en algún momento de su vida”.
Las mayores denuncias de este colectivo de personas, añaden desde esta Asociación están en:
“La autodeterminación es el derecho que más se vulnera en una persona con discapacidad intelectual. Es muy importante ser capaces de reconocer que son personas de pleno derecho. Se trata de proteger a la persona. A veces nos resulta más sencillo intentar darles una protección que probablemente no quieren ni necesitan…el dirigirles a veces esas vidas les genera en ocasiones mucha frustración” insiste Ana Infiesta Horcajuelo, psicóloga yespecialista en el ámbito de la discapacidad intelectual.
Hacer visibles las habilidades de estos jóvenes y mayores que “a veces damos por hecho que no pueden contribuir en sus comunidades” con los apoyos que se precisen, está contribuyendo a mejorar su calidad de vida, autoestima y sentirse protagonistas en una sociedad más inclusiva, aprecian desde Ballesol.
Dentro del proyecto #menosbarrerasmásbarrio la primera actividad que están desarrollando los 2 participantes es un taller de cocina con “recetas de la abuela” para la elaboración de unas migas manchegas. Desde Ballesol y a sus 88 años, Esperanza Peromingo con su experiencia y conocimiento pone el primer consejo: “Saber diferenciar el tamaño entre migas y sopas, picarlas con paciencia y recordar que se pueden comer con miel, con aceitunas, sardinas, con todo lo que se quiera”.
A Estefanía le encanta la cocina. “Especialista en pelar ajos y memorizar los tiempos de preparación de cada ingrediente de las migas”, es un ejemplo de que sin la participación real de la persona no hay una vida propia. “La persona con discapacidad tiene y debe ser la protagonista de su vida. Sólo es posible generando apoyos individualizados. Ninguna persona con discapacidad es exactamente igual a otra. Ni parecida. De la misma manera que ocurre con las personas sin discapacidad”, remarca la psicóloga de AcVAdi, que entre otros servicios clave cuenta con una vivienda comunitaria – destinada al alojamiento de personas mayores de 18 años – con apoyos para el desarrollo de una vida independiente de Personas con Discapacidad Intelectual que así lo deseen y tengan motivación para ello.
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