Formamos parte de una especie social, que fundamenta precisamente su evolución en las relaciones que mantenemos con otras personas. Es posible que entre tantos individuos alguno que otro no llegue a gustarnos; no obstante, ¿qué ocurre si esa persona que nos cae mal es alguien a quien queremos? ¿Cómo podemos gestionar tal paradoja emocional? Desde el Coaching te invito a descubrirlo
“Ahora mismo, me caes muy mal”, le decía una amiga a su sobrina, después de que ésta le hubiera registrado su bolso y tras la discusión pertinente. Mientras me lo contaba, María no dejaba de sonreír. Sé que es su sobrina favorita y mi amiga me ha confesado varias veces que la quiere muchísimo; sin embargo, en ese momento preciso, a María no le gustaba no ya su sobrina, sino esa conducta concreta que había tenido.
Ayer, mientras hablaba con otra amiga, surgió de nuevo el tema: ¿Cómo puede ser que me caiga mal mi hermana si lo cierto es que la quiero?, me decía Diana, quien inmediatamente lo vinculó al apego que ambas sentían desde la niñez, si bien es cierto que, al parecer, el de Diana era más fuerte que el que le profesaba su hermana.
¿Podemos entonces sentir rechazo hacia personas con las que tenemos un vínculo emocional de aprecio y cariño? ¿Cómo gestionar esta aparente contradicción de nuestro sentir?
Contradicción aparente
Desde el punto de vista emocional no somos todo al 100%, es decir, podemos ser simpáticos, pero con momentos en los que nos mostremos todo lo contrario; o también ser extravertidos a pesar de ser tímidos; o tranquilos y al rato siguiente iracundos.
Realmente nosotros no somos de una u otra manera exclusivamente, dado que son nuestras conductas las que conllevan el autojuicio y el de los demás. De ahí que, aunque nos queramos mucho a nosotros mismos, habrá veces en las que evitemos vernos por dentro. Pues bien, con los demás ocurre poco más o menos lo mismo.
Si has observado que alguien a quien quieres te provoca rechazos puntuales, te propongo tener en cuenta lo siguiente:
Desde el Coaching te invito a darte cuenta de que una persona no es su conducta, es decir, que cuando atribuimos a alguien una calificación, la que sea, lo que hacemos es extrapolar cómo creemos que se ha comportado en un momento concreto.
Elaboramos juicios y aplicamos creencias que pueden afectarnos a nosotros mismos y a los demás mucho más de lo que pensamos.
Lo que dice de ti
Hablamos de contradicción emocional. Te propongo que te preguntes qué hay detrás de dicha paradoja, pues solemos establecer juicios cuyo resultado es maniqueo, esto es, que o es bueno o es malo en su totalidad, sin términos medios.
No obstante, en términos emocionales existe una gradación ascendente y descendente, que puede llevarnos a rechazar a una persona, incluidos nosotros mismos, a pesar de que le profesemos un cariño genuino.
Por todo ello, cada vez que sientas que alguien “te cae mal”, te invito a que reflexiones sobre estos aspectos:
¡Feliz Contradicción Emocional! ¡Feliz Coaching!
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