¿Sabes a quién has querido más en otro tiempo? Y ahora, ¿cuál es la persona, animal o cosa que valoras por encima de todo? ¿O es que sólo amas algunos aspectos, determinadas peculiaridades de otro ser humano? Querer es importante, más ¿es una cuestión de cantidad, de calidad o de ambas? Te invito a que me sigas en la siguiente reflexión sobre el querer.

Cuando era pequeña era común una broma infantil que consistía en que alguien te hacía la pregunta: “¿A quien quieres más: a papá, a mamá o a, ay, ay, ay?”, a la vez que te daban un pellizco pequeño y muy doloroso. Al principio, la sola idea de tener que elegir entre mis padres me espantaba, aunque inmediatamente sentía el dolor físico que anulaba la culpa por la posible elección momentánea de uno de mis progenitores.

A mí siempre me pareció una broma poco graciosa, si bien casi agradecía el dolor del pellizco, antes que continuar con el resquemor por la disparatada selección. Afortunadamente, al crecer desdramaticé muchos momentos como ése, si bien la idea persistió: ¿a quién quería yo más? Y en estos momentos, ¿a quién quiero yo más que a nadie?

 

Cosas del querer

Amar, tener cariño, sentir aprecio, desear, apetecer, avenirse a lo que desea el otro y también tener voluntad o inclinación hacia alguien o algo. Todas estas acciones están contenidas en la de querer, que además puede incluir valores como el respeto, la lealtad, la comprensión, la amistad, la compasión inteligente y hasta la admiración.

Se puede querer al otro tal cual es, o sólo algunos de sus rasgos, tanto físicos como psicológicos, intelectuales o emocionales. También puede existir una gradación, esto es, una medición en cuantía de lo que queremos a alguien, llegando en ocasiones a establecerse un ranking, con su podio incluido, dependiendo del rango del querer.

Desde el Coaching te propongo que elabores una lista en la que aparezcan los seres y/o cosas que tú quieres. Para ello, te invito a responder a las siguientes cuestiones:

  1. ¿Qué es lo que valoro en esta persona/animal/cosa?
  2. ¿Cómo se manifiesta el cariño que le profeso? (En forma de acciones, actitudes, comparticiones o diálogo).
  3. ¿Cómo me siento con ella? ¿Qué sensaciones experimento al hablarle, al mirarla, al tocarla?
  4. ¿Cómo la describiría en una palabra o frase que la defina?
  5. ¿Cuánto la quiero? ¿Puedo medir ese querer?
  6. ¿Qué estaría dispuesto a hacer y no hacer por ella?
  7. ¿Siento que es una relación en equilibrio, en la que doy y también recibo cariño?

Una vez que hayas establecido tu ranking de seres y/o cosas más queridas, te propongo que recoloques las posiciones en función de la intensidad de ese cariño, amor o aprecio. Es más, te invito a que construyas tu propio podio, con primera, segunda y tercera posiciones.

Podio de campeones

Te propongo que, en tu Diario Coaching, recojas también ese podio de campeones y que, si se trata de personas, te hagas la siguiente pregunta: ¿Lo saben ellos? En caso de que no, ¿te apetece que conozcan el grado de cariño que les tienes?. Si es que sí, te invito a que te plantees lo siguiente:

  • ¿Para qué deseas confesar tu aprecio hacia el otro? ¿Crees que puede ser beneficioso? ¿Para quién?
  • ¿Cómo te hace sentir el hecho de que la otra persona lo sepa?
  • ¿Cómo lo vas a plantear? ¿Se lo dirás directamente o mediante metáforas e indirectas?
  • ¿Cuál será tu reacción ante la respuesta de la otra persona?, tanto si es favorable como lo contrario. Te propongo que tengas en cuenta que el otro puede quedarse en posición pasiva, bien porque no sepa qué decir o hacer, bien porque no te corresponda con la misma intensidad de cariño.
  • ¿Cuándo lo vas a llevar a cabo?

Para aquellos que hayan elegido una mascota o algún objeto al que profesen cariño, la declaración de intenciones quizá sea más directa, dado que decirle a tu gato, perro, ardilla o loro que los quieres nos expone menos a la vulnerabilidad.

Y es que detrás de nuestras acciones está perenne el ego, que el cerebro emplea para hacernos sentir más seguros y menos expuestos. No obstante, desde el Coaching te invito a explorar tus sentires y quereres, desplazando momentáneamente a tu ego para poder expresar a quién quieres.

A propósito, y ya que he mencionado lo de acallar al ego, ¿qué hay con respecto a ti misma? ¿Eres tú la persona a quien quieres más?. Si es así, desde el Coaching te propongo que te sigas queriendo: respeto, lealtad, sinceridad, admiración, comprensión, compasión inteligente, autenticidad y hasta un narcisismo sano.

Con respecto a esto último, el psicólogo Clínico Manuel Oliva, experto en trastornos de Ansiedad, Obsesivo-Compulsivos y de Personalidad, en Center Psicología Clínica, define a los narcisistas saludables como “personas que muestran interés por los demás, que no son explotadores, sino emprendedores, que no presentan grandilocuencias ni conflictos, dado que poseen autoconfianza”.

¡Feliz Querer! ¡Feliz Coaching!

Silvia Resa

Soy coach ontológica para acompañarte en la identificación de tu objetivo y apoyarte durante tu proceso de Coaching. Sistemas propios: ArkeCoaching, AstroCoaching y IronCoaching.

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