Cómete las emociones

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Miedo, felicidad, tristeza, ira, sorpresa y disgusto son algunas de las emociones que habitualmente identificamos, aunque según algunos expertos aún quedan otras 264 más. Hay ocasiones en las que esas formas de sentir condicionan aspectos claves de nuestra vida, por ejemplo, la alimentación. De este modo, el hambre emocional determina nuestro apetito, aunque éste no sea real. Desde el Coaching te propongo hoy una reflexión en torno a esas emociones que, a veces, literalmente nos comemos. 

 

¿Te has planteado seguir o has iniciado una dieta hipocalórica para bajar de peso? ¿Cómo es tu relación con la comida? ¿Eres consciente de lo que comes, cuándo, cómo y con quién lo haces? ¿Qué sientes mientras estás comiendo? ¿Degustas los alimentos o crees que es mejor terminar cuanto antes el contenido de tu tapper para seguir trabajando?

“La alimentación tiene mucho que ver con cómo veo la vida”, dice Belén Unzeta, psiquiatra experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria; “en este sentido, el estrés, la sobrecarga y la frustración componen una manera de afrontar la vida que, al final, llevo al plato”.

“La forma de alimentarnos implica cómo funcionamos, pues existe una relación directa entre el sistema digestivo y la emocionalidad”, dice la doctora Unzeta, que ha participado en el IV Foro de Nutrición Sensata, organizado recientemente por la FIAB (Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas) y la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid. “Algunos alimentos se relacionan con el bienestar emocional y psíquico”.

Para la psicóloga, nutricionista y neurocientífica Juana María Fernández, que ha participado también en el citado foro, “control y desinhibición los canalizamos mediante la comida, como la exigencia, el perfeccionismo o la rigidez”; “lo saludable es comer acompañando las emociones, en lugar de evitarlas”.

emociones

Un gran puñado de emociones

“Desde el alimento que elegimos hasta la forma en la que masticamos, las emociones juegan un papel fundamental en nuestra relación con la comida”, dice Fran Sabal, experta en Nutrición y Dietética y fundadora de la Escuela de Nutrición Emocional.

Esta nutricionista cita al experto en la Ciencia de las Emociones, Dacher Keltner, quien identificó un total de 270 emociones que los humanos somos capaces de sentir. “Lo más interesante es que todas y cada una de esas emociones influyen en el qué y en cómo comemos”.

Sabal destaca una de esas formas de sentir, la ira, asociada en mayor medida a los atracones de alimentos. Razones fisiológicas y psicológicas sustentan este vínculo.

“La razón fisiológica del enlace entre alimentación e ira reside en que, del mismo modo que otras emociones intensas, puede derivar en una crisis de estrés, la liberación de altos niveles de cortisol lo cual, a su vez, genera un aumento del apetito y provoca un antojo de alimentos ricos en calorías”, dice Fran Sabal.

“Es lo que denomino refugiarse en la comida, una respuesta natural del cuerpo como intento de escapar de las emociones abrumadoras”.

Desde el punto de vista psicológico, “desde pequeños aprendimos a calmar nuestras emociones con comida, especialmente los alimentos ricos en grasas y azúcares”, dice Fran Sabal; “estos suelen liberar dopamina, la cual genera placer y bienestar, por lo que algunas personas huyen de sus emociones sirviéndose de los alimentos”.

alimentación consciente

Alimentación consciente

Frente a la tendencia a las dietas, lo que sugieren los expertos es la alimentación consciente, referida a comer teniendo en cuenta la sensación de hambre y saciedad, poniendo toda la atención en degustar los alimentos y evitar otras distracciones tales como la televisión o la actividad laboral.

La psicóloga experta en alimentación Mery Viñas describe en su newsletter las red flags (banderas rojas) indicativas de que la relación con la comida podría ser tóxica:

  • Fijación con las etiquetas de los alimentos. ¿Qué sientes cuando haces esta investigación? ¿Desde dónde eliges? ¿Dejas de comprar muchos alimentos por su composición?
  • Alimentos que dejas de consumir “porque sí”. No se trata de intolerancias, sino de que, por ejemplo, has dejado de consumir hidratos porque sí. De comer grasas porque sí. O de comer fruta por miedo. ¿Qué has dejado de comer? ¿Y cómo te está sentando realmente?
  • Te pesas después de una comida copiosa. O quizá te pesas cuando has estado en modo restricción.
  • Quieres controlar dónde irás a cenar con tus amigos. Estás intranquilo si no sabes al restaurante al que vas. Si no vas a pedir aquello que ‘deberías’ comer. Es más, a veces hasta cenas en casa y luego ya vas con ellos para asegurarte de que tú has comido lo que te correspondía.
  • Has empezado a sustituir muchos ingredientes por otros más ‘saludables’, por ejemplo, el azúcar por pasta de dátil.¿toda tu despensa está llena de ingredientes super healthy?
  • Sientes culpa después de la ingesta. Cuando has comido de más o has asistido a un evento donde no has ‘controlado’ lo que has comido. O quizá cuando estás viendo series y comes ese helado ¿sientes culpa? Y sobre todo, ¿qué haces al día siguiente? ¿Compensas? ¿Haces ayuno? ¿Ejercicio extremo?
  • Clasificas los alimentos como buenos o malos. Esta rígida selección no te permite comer aquello que has clasificado como «malo» y que hace que te sientas culpable si algún día «caes» en la tentación.
  • Restringes, aunque no hagas dietas. Ya no sigues una pauta nutricional, pero tu cabeza sigue restringiendo lo que debes comer. Sigues sintiendo que debes ‘controlar’ lo que comes porque tienes miedo a desviarte a y perderte.
  • Te escondes al comer. Quizá lo aprendiste de pequeña o ya de adulta. Esperas a que todos estén durmiendo para comer aquello en lo que llevas pensando todo el día. O lo comes en el coche. O rápido, sin siquiera saborearlo.
  • Piensas en comida durante todo el día. Y no porque tengas hambre, sino porque sientes miedo e inseguridad sobre qué comer y cómo te sentirás después. Esto te provoca cansancio, además de perder el foco de lo verdaderamente importante.

Si has llegado hasta aquí, te dejo con una reflexión de Lola Bernabé, cocinera, bloguera y presentadora en Canal Cocina: “Mi madre decía que si comes sin ganas no te alimenta lo mismo”; “pasamos la vida corriendo y poniendo excusas, cuando resulta que dormir y comer es lo que nos mantiene vivos”.

¡Felices Momentos de Alimentación Consciente! ¡Feliz Coaching!

 

 

  • Soy coach ontológica para acompañarte en la identificación de tu objetivo y apoyarte durante tu proceso de Coaching. Sistemas propios: ArkeCoaching, AstroCoaching y IronCoaching.

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