El cuaderno está en blanco
como la mente.
Alrededor todo es poesía
suspendida en el aire.
Cierro los ojos para despertar
y con el hilo negro del lápiz
sueño en las palabras
mi propia realidad,
que anda sumergida
y se dirige sin prisa hacia lo alto.
No hay miedo en el salto.
Es vida aparecida de la verdad,
entre las brasas del tapiz del juglar
que juega a volar
y de repente,
aparece sentado en un banco
dentro de un cementerio
sin tener con quién hablar.