¿Son imborrables las heridas de la infancia?

niña

¿Crees que la vida, a veces, es injusta? ¿Tienes la sensación de que, a menudo, vives una injusticia tras otra? ¿Eres de las personas que se muestra inflexible ante la falta de honestidad, equidad o de honradez? ¿Te has parado a pensar de dónde vienen tales sensaciones? Podría ser que una de tus heridas de la infancia, la de la injusticia, estuviera aún abierta, pendiente de sanación. Desde el Coaching te propongo averiguar si las heridas del alma son o no imborrables.

 

Hace poco tiempo he hecho consciente un patrón de comportamiento y de creencias que desconocía que tuviera. En el entorno laboral me sentía relegada, pospuesta, a pesar de que las relaciones con el equipo eran positivas.

Me sentía fuera de marco, sin pertenencia completa al grupo, a pesar de que recibía elogios por mi desempeño. Sin saberlo, al menos conscientemente, estaba experimentando el dolor de una herida abierta, la del rechazo.

La evidencia científica muestra que durante los 1.000 primeros días de vida, periodo que abarca desde la gestación hasta los dos años del bebé, es cuando se generan lo que se conoce como las heridas de la infancia.

Abandono, rechazo, traición, humillación e injusticia son las cinco principales, las cuales, según la coach Ester López, “las tenemos todos, aunque hay veces que no son tan profundas e incluso se han llegado a sanar”.

La pregunta es por qué no podemos curar esas heridas una vez alcanzamos la edad adulta; “Nuestra parte consciente, que representa el 10 % del total, es lo que observamos a simple vista”, dice Ester López. “La mente subconsciente es lo que no observamos, si bien controla todo y representa el 90 % del total”.

“Todo lo ocurrido durante la infancia, incluso antes, genera un impacto en tu subconsciente, de modo que lo que vives hoy te indica lo que has de sanar de tu niñez”, dice la coach, durante la presentación de su programa Las cinco heridas de la infancia.

dolor

Dónde reside tu dolor

“Quizás hayas intentado dejar atrás tu pasado o hayas buscado respuestas en la terapia, aunque sientes que algo sigue sin estar resuelto”, dice Ester López; “ocurre que no has llegado al origen real del problema, ni has utilizado las herramientas adecuadas”.

Las lesiones emocionales de la niñez pueden permanecer, incluso latentes, en la vida adulta; “una emoción que está activa requiere ser procesada y archivada”, dice la coach. “Mientras somos niños, no tenemos las herramientas adecuadas para gestionar, por lo que las emociones quedan colapsadas y somos casi como bombas de relojería, ya que cualquiera de nuestros sentidos puede conectarnos con ese lugar que nos retrotrae a una herida concreta”.

Es el caso, por ejemplo, de la herida de abandono. Se produce cuando el bebé siente distancia física y emocional. Por ejemplo, en el caso de una pareja que espera un hijo, si el padre se desentiende, aunque el niño tenga la madre más amorosa del mundo, la herida del abandono paterno estará en el bebé.

“También puede generarse en el momento del parto, debido a una separación física madre-bebé si es prematuro”, dice Ester López; “o si la madre sufre una depresión postparto”.

En este último caso, la consecuencia en el bebé será el miedo a estar solo. “Por poca atención que te den, te duele menos que el hecho de estar solo”, dice la coach.

Existe también el efecto opuesto, es decir, la herida del abandono puede provocar que se dé un patrón inconsciente de necesidad de soledad, lo que llevará a la persona adulta a huir en el caso de que la relación con otra persona se vuelva más íntima.

La herida del rechazo conlleva el miedo a mostrarse, para evitar ser rechazado; “sientes temor a mostrar cómo eres, al tiempo que crees estar en el lugar en el que te rechazan, lo que te lleva a desplazarte, apartarte, siendo tú mismo quien genera ese desplazamiento”, dice Ester López.

La herida de la traición se produce en el momento en el que tu confianza en otra persona se quiebra, se rompe. Esta experta pone el ejemplo del vínculo que se crea entre padres e hijas y madres con hijos. “Son fases durante las que se generan vínculos de confianza, aunque surgen celos, tanto en niños como en niñas, ya que desean ocupar el rol del progenitor de género distinto”

Si el padre rompe su relación con la madre para irse con otra persona, la hija sentirá que esa traición es hacia ella, “por lo que tendrá problemas para confiar”.

 

autoestima

Autoestima e injusticia 

Problemas de autoestima y de autosabotaje son consecuencias habituales de la herida de la humillación. “Si, por ejemplo, oigo a mi madre reírse de mí ante terceros, siento que, si ella me está humillando es porque debo recibir ese trato”, dice Ester López.

Si el niño ha vivido en un entorno en el que no se le escuchaba, en donde sólo había de obedecer, “ver, oír y callar”, es posible que tenga una sensibilidad desmedida ante la injusticia, pues tal es el núcleo de su herida.

“Toda la historia de tus ancestros, tus experiencias familiares y tu gestación se han grabado en tu subconsciente y están afectando la forma en que vives tu vida hoy”, dice Ester López.

No obstante, para sanar las heridas no podemos hacerlo desde la mente consciente, sino que “es imprescindible sanar desde el momento y lugar en el que ese niño o niña se sintió herido”, dice la coach. “Estamos aquí para crecer y evolucionar, lo que implica mirar hacia nuestras heridas, traumas y hacia creencias limitantes”.

Y tú, ¿deseas sanar tus heridas de la niñez?

¡Feliz Sanación! ¡Feliz Coaching!

 

 

 

 

Etiquetas
Noticias relacionadas