Antes de que tu mente lo sepa, de que puedas percibir los signos de que algo te da miedo, te produce tristeza o incluso ira, tu cuerpo ya lo ha sentido e identificado. Es lo que se conoce como consciencia corporal que, entre otros beneficios, te permite prepararte ante los posibles efectos de una emoción.
Hace algunas semanas tuve un desencuentro con unas conocidas; habíamos quedado en vernos en una presentación a la que llegaron tarde. Además, y aunque vinieron juntas, una de ellas me dio a entender que habían coincidido en la hora de llegada.
Posteriormente, ambas dijeron que acudirían a otra presentación, al parecer muy exclusiva, sin tenerme para nada en cuenta. Aclaro que con estas dos personas existía, hasta ese momento, una cierta complicidad, de forma que nos avisábamos mutuamente de los distintos eventos, para confirmar si las tres estábamos invitadas.
Narrado así, puede parecer que la escena no tuviera importancia. Sin embargo, antes incluso de que mi mente me hablara de enfado y de rechazo, mi cuerpo ya lo sentía.
“¿Alguna vez te has preguntado por qué, a veces, sientes que algo no está bien antes de que tu mente lo reconozca?”, dice Fran Sabal, Nutricionista y experta en PNL (Programación Neurolingüística); “no se trata de magia, sino de ciencia”.
“Las emociones tienen un viaje fascinante en nuestro cerebro; antes de que seas consciente de lo que sientes, tu cuerpo ya está respondiendo”, dice Sabal; “resulta que las emociones tardan un tiempo en prepararse en el cerebro y ese proceso empieza mucho antes de que lleguen a nuestra percepción consciente”.
Consciencia de ida y vuelta
Esta anticipación significa que tu cuerpo, a menudo, sabe lo que estás sintiendo, antes incluso de que tu mente lo registre; “si prestas atención a las señales corporales, puedes empezar a notar los primeros indicios de una emoción antes de que ésta se manifieste plenamente”, dice Fran Sabal.
Considera esta experta que “la clave aquí es la consciencia corporal”, entendida esta última como el autoconocimiento y la percepción inmediata que tiene la persona de su cuerpo físico.
“Si aprendes a sintonizarte con las señales físicas de tu cuerpo, puedes anticipar y gestionar tus emociones de manera más efectiva”, dice Sabal; “este enfoque te permite tomar el control antes de que una emoción se desate por completo”.
Al igual que el cuerpo puede percibir las emociones, también puede expresar lo que experimentamos y sentimos; “para mí el cuerpo es un gran conocido y, aunque aún haya aspectos que desconozco, es al fin y al cabo casa”, dice Vanessa Guerra, experta en Expresión Corporal y actriz.
“Me formé como clown y en máscara teatral por lo que, para mí, el cuerpo constituye el lugar donde encuentro el significado de las cosas” dice Guerra; “De ahí que se pueda inducir una emoción a través del cuerpo o también construir a un personaje a partir de una manera de respirar”.
“Durante mucho tiempo hemos estado en lo mental, en el proceso de pensamiento, mientras que ahora hemos bajado al cuerpo”, dice Guerra; “esto hace que, de forma intuitiva, la mirada se dirija a responder qué es lo que pasa con mi cuerpo, tanto a nivel estético como emocional”.
Esto lleva a que se preste mayor atención al lenguaje corporal, “conceptualizando el cuerpo como una herramienta que forma parte de nosotros mismos”, dice Vanessa Guerra.
Autoconocimiento
De esta manera, lo corporal se ha convertido en un recurso de autoconocimiento y de gestión emocional, “supone salir de la perspectiva de estar mirando al otro y juzgándolo, para preguntarse qué es lo que dice mi cuerpo de mí, qué es lo que puedo mirar de mí misma para mejorar mi desarrollo personal o también cómo puedo vincularme con el otro leyendo lo que dice y teniendo en cuenta que en su respuesta también hay una parte mía de responsabilidad”.
“El cuerpo es un canal regulador, un termómetro, aunque también funciona en la otra dirección, esto es, permitiendo generar un estado de ánimo que nos procure el bienestar”, dice Vanessa Guerra.
Si has llegado hasta aquí, te cuento cómo terminó mi episodio de consciencia corporal. Al salir de la presentación para la que habíamos quedado previamente, alguien propuso ir a tomar una cerveza. Fue mientras charlábamos cuando surgió lo del evento por la tarde, al que yo no estaba invitada.
El hecho de que lo comentaran delante de mí sin ni siquiera tenerme en cuenta provocó una sensación extraña en mi cuerpo, una incomodidad que, de alguna manera, me avisó de lo que experimentaría: la irritación y el malestar por sentirme excluida sin motivo aparente.
Así que, con toda frialdad, me levanté, me despedí de forma escueta y me fui. Según salía del bar, me di cuenta de que la anticipación de mi cuerpo me había permitido tomar una decisión antes de que las emociones me sobrepasaran. Y aquélla fue la de poner límite a un trato que ni merezco, ni deseo.
Y tú, ¿te atreves a tomar consciencia de tus emociones a través de tu cuerpo?
¡Feliz Consciencia Corporal! ¡Feliz Coaching!