Espero sentado.
El silencio abstruso me cerró los ojos,
el delito me hizo llorar
antes de cometerlo,
y ni siquiera usé la llave
que había hastiado la ausencia.
Abrí la botella,
muy despacito,
escuchando el ruido del tapón
al degollarla,
y bebí medio vaso de un trago
por no aceptar mi cobardía,
la volqué junto a mi boca
para tragarla.
Última noche…
Último día…
Perdí la memoria junto a las velas,
livianos filos anaranjados.
Y agarré otro filo
para afilarme las velas.
Paré por un instante
y recordé…
y pegué otra vez
mi boca a la botella.
Enciendo un cigarrillo.
Quiero fumar antes de dormir
sin ganas de soñar.
Poeta me dices…
Y lo único que hago
es esconder mi voz
sobre esas letras.
Bonitas palabras.
Muero sin sentido por beberla,
perla en los nidos de las ramas,
luz en manto de agua.
No cuento más.
Último trago,
último cigarrillo,
última respiración.
Se acabó el haber nacido.
Coge mi mano corazón,
sé que ya no siento frío
y que el sueño terminó,
por nacer sin haber nacido.
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