Estate atento a tu salud mental

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El bienestar integral incluye la salud física, emocional y mental; con respecto a esta última, nuestros cerebros nunca antes se habían enfrentado a tantos retos simultáneos ni tan rápidos, por lo que, según los expertos, es fundamental aprender a relacionarnos con nuestra mente, fortaleciendo la red neuronal orientada a la tarea y dejando en segundo plano la llamada red neuronal por defecto. Desde el Coaching te digo cómo estar atento a tu salud mental.

 

Acabo de conocer a uno de los personajes que habitan en mi cabeza, radiando cada pensamiento, cada percepción y cada hecho como si de una jugada deportiva se tratara. Es el comentarista. Micrófono en mano, su voz es, cada vez, más alta, hasta el punto de que hay ocasiones en las que parece que mi mente va a estallar.

¿Te ha pasado a ti alguna vez? Resulta que es algo habitual. De hecho, el cerebro cumple con su función principal, la creación de pensamientos, a través de lo que en neurociencia se conoce como la Red Neuronal por Defecto. Está asociada a la mente que divaga, conectada a nuestra propia narrativa interna y, aunque necesaria, no conviene que esté activa y en primer término durante mucho tiempo.

“Es importante aprender a relacionarnos con la mente”, dice Diana Prieto, psicóloga experta en Técnicas Neurocognitivas aplicadas al ámbito de las organizaciones. “Para saber qué podemos hacer cuando nos desborda, aplicando herramientas que nos permitan equilibrarnos”.

Prieto ha intervenido recientemente en una clase magistral para Fundación Vivo Sano sobre “Herramientas para mejorar tu salud mental”; “hasta ahora no se le ha dado la importancia que requiere, si bien es cierto que nuestra mente nunca antes se había enfrentado a tantos retos simultáneos ni tan rápidos”.

emociones

Educar al comentarista

“El comentarista que representa nuestra red neuronal por defecto es un personaje que surge a medida que crecemos, es decir, no es que venga de serie, sino que se va desarrollando”, dice Prieto; “con un entrenamiento adecuado, podemos dejarlo en segundo plano, para que no haga tanto ruido ni genere tantos pensamientos erráticos”.

Esta experta considera, no obstante, que para estar sanos “no es preciso eliminar esa red por defecto pues, entre otras cosas, no sería posible, al ser la función principal del cerebro la de generar pensamientos”.

“Incluso anestesiado, el cerebro sigue activo con el objetivo de protegernos, de salvarnos”, dice la psicóloga; “Es algo natural, aunque, si se hace fuerte y toma el control, puede derivar en malestar e incluso en enfermedad”.

La psicóloga se refiere a estudios recientes realizados a una muestra de 250 personas para saber dónde reside la felicidad. A estos individuos se les hacían diversas preguntas vía móvil tales como: ¿qué y cómo te sientes en este momento?, ¿qué es lo que estás haciendo ahora, en este instante, mientras sientes lo que dices que sientes?, ¿estás plenamente consciente de lo que estás haciendo?

La conclusión principal del citado estudio es que el 47 % del tiempo en el que estamos conscientes, despiertos, en realidad estamos en otra cosa distinta de la actividad que estamos desempeñando. “Pasamos más de la mitad de nuestro tiempo en otro lugar, sin estar a lo que estamos”, dice Prieto, refiriéndose a esa red neuronal por defecto, comentarista incluido.

“La divagación mental produce pensamientos desagradables o que nos restan bienestar”, dice esta experta; “lo que implica que, a mayor tiempo en divagación, mayor es nuestra infelicidad”.

Hay otros dos efectos contrarios al bienestar, como es que lo que se graba en nuestras redes neuronales es aquello que más repetimos; además, la red por defecto nos quita recursos para otras actividades y en casos extremos se asocian al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

“Hay emociones que sentimos como desagradables en nuestra experiencia corporal, si bien requieren su espacio pues, al fin y al cabo, el cerebro las genera por algo; si las tapamos pueden quedar enganchadas”, dice Prieto; “por eso hemos de darnos espacio a nosotros mismos tal y como somos, trabajar la autocrítica sin juicios y con autocompasión”.

plasticidad cerebral

Plasticidad cerebral

El equilibrio mental, entonces, viene del balance entre la citada red por defecto y la que se conoce como Red Orientada a la Tarea. Esta última se caracteriza porque nos permite tomar el control hacia las ideas y pensamientos que nos producen bienestar y una vida plena. ¿Cómo se activa?

“Mediante la práctica de la atención plena y consciente, es decir, parar y darse cuenta de aquello que estés haciendo en ese preciso momento”, dice Diana Prieto.

La psicóloga propone el entrenamiento en la toma de consciencia, ayudando a nuestro cerebro a que los cambios estructurales que se producen sean beneficiosos para nuestra salud mental, física y emocional.

“En procesos de estrés crónico, hay cambios en la estructura del cerebro relacionados con la memoria y el aprendizaje”; “el aumento del cortisol en el torrente sanguíneo puede atacar áreas como el hipocampo, el córtex prefrontal y a las amígdalas, que son los centros de alerta, las cuales se activan, se inflaman y provocan que nos volvamos más sensibles y asustadizos”.

“Todas las experiencias modifican nuestro cerebro, haciendo que se creen nuevos enlaces y conexiones neuronales”, dice Diana Prieto; “es lo que se denomina la neuroplasticidad, que contribuye a engrosar la corteza prefrontal, lo que conlleva como ventaja que favorece el control de los impulsos y la toma de decisiones”.

Otro de los efectos beneficiosos de la neuroplasticidad es que las amígdalas ven reducido su tamaño, lo que nos permite modular mejor las emociones.

Para lograr tales efectos, Prieto recomienda la práctica del mindfulness, mediante el que se logra el equilibrio deseado entre la red por defecto y la orientada a la tarea.

Basta con situarse en una posición cómoda, sentado o tumbado, cerrar los ojos y llevar tu atención hacia algún aspecto de ti, por ejemplo, cómo sientes la respiración. “Practica una y otra vez para ir desarrollando una serie de aptitudes”, dice Diana Prieto; “es así como se entrena la atención enfocada en algo”.

“Es normal que tu atención se vaya una y otra vez, aunque cuando ocurra, simplemente regresa”, dice Prieto; “hazlo con amabilidad y sin juicio, observando cómo te hablas y qué te dices”.

Parece ser que, con la práctica, se establecen conexiones entre la corteza prefrontal y las amígdalas, lo que nos permitirá distinguir ante una alerta si el peligro es o no real.

Y tú, ¿te animas a entrenar a tu comentarista particular para que no haga tanto ruido?

¡Feliz Salud Mental! ¡Feliz Coaching!

 

 

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