Tu cuerpo.
Uno a mi alrededor.
Una en mis manos de frente
desnuda y fría
y caliente.
Ya no hay perdón.
Masticando tus lenguas
en pezón
separo el verde de la fresa
y la pipa del limón.
Llama azul
dentro de la sangre
y sale sin el rojo
de su corazón.
Pero amanece
y siempre tarde
y luego
el malo soy yo.
Tiza lleva labio
y un roto sin sabor.
Vestida de lino
me adentro en tu murmullo,
en silencio,
haciéndome mitad
y transparente.
Dejo imaginar.
Mañana
pintaré mis demonios.