Veinticuatro y veinticinco

noche estrellada

 

Las sombras hicieron verde
el agua azul
que reposaba sin más.
La luz en esa playa
hizo el resto.

Del amanecer
hasta la puesta de sol
fuimos silencio,
unidos como la orilla a la arena,
tu cuerpo y el mío,
dos nudos imposibles de soltar.

La noche
fue más mágica aun.
Las estrellas se movían al bailar,
y la calma serena
de la soledad.
Calma y serena,
pero a tu lado.

Te besé como última vez
y tú acariciaste mis labios,
en la mágica noche
volvimos a nacer.

Nacimos mezclados.
Hasta el amanecer
no hay nada que temer.

Te cogí de la mano
y caminamos.

me besaste otra vez.

 

 

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