Déjame llevarte de la mano blanca,
de los fluidos hasta el hueco
negro y oscuro
de la negra sombra del camino.
Prometo verte despertar.
De cerca beso y tímido…
De cerca una respiración
suplicándote que ya no estoy dormido.
Llanto entre líneas,
azul y acompañado de las trémulas esferas
que empañan los rincones
más abandonados de la misma vida.
El nacer es despertar
fingiendo en mueca
el principio desconocido.
La lengua extraña.
Voz de nadie,
tan cerca,
tan de vía muerta.
Piedras.
Piedras bordeando
las paredes más solitarias
del kilómetro cuadrado del camino.
El amanecer esperado
entre su luna a distancia,
es una boca
rozando unos labios escondidos.
Centro de huracán
dentro de cuerpo dormido,
una noche más.
