Atrévete a usar la vida a tu favor

¿Qué haces cuando se te plantea un problema emocional o espiritual? ¿Acaso lo olvidas, dejándolo en el fondo de tu cerebro hasta que te avise? ¿Lo enfrentas de manera improvisada, sobre la marcha? ¿Sabes que hay otro modo de confrontar la vida? ¿Conoces dónde puede residir la felicidad, la midas como la midas? Desde el Coaching te digo cómo

Decía Albert Einstein, considerado el mejor físico del siglo pasado, que “ningún problema puede ser resuelto por el mismo nivel de conciencia que lo creó”, lo que, a todas luces, propone la necesidad de otro enfoque.

En el momento de elaborar este texto, me he encontrado con una de las máximas atribuidas al pintor multidisciplinar galo Francis Picabía, a caballo entre los siglos XIX y XX: “Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección”.

Y hace unos días, en la plataforma Más Allá de la Marca Personal, Javier Millán entrevistaba a la psicóloga de Familia Ana Asensio, a propósito de su libro Vidas en Positivo. Esta experta en Neurociencia explicaba que “la felicidad no es una emoción o un sentimiento únicamente, sino un estado de conciencia, una actitud ante la vida que requiere entrenamiento”.

 

Cambiar la mirada

La semana pasada andaba yo algo meditabunda, dándole vueltas y más vueltas a lo que se me presentaba como una situación insalvable. Tenía que ver con una persona cercana; bueno, más que con ella en sí, con su conducta. Mi primera opción fue la de hablar con ella y pedirle que cambiara su forma de actuar, dado que a mí me molestaba.

Unas cuantas vueltas después, logré que mi pensamiento cambiara de dirección; me di cuenta de que mi dolor venía del pasado, en el cual ambas personas habíamos tenido nuestras propias responsabilidades. Esa epifanía me ha permitido conocer en qué punto estoy, qué valores son para mí irrenunciables y, desde aquí, iniciar una negociación.

Es decir, he logrado lo que Ana Asensio define como “usar la vida a mi favor”, tras considerar esa situación como un reto; “La actitud es el gran poder de la vida en general, porque es lo único que realmente puedes controlar”.

Esta experta nos propone usar la vida a nuestro favor a partir de un entrenamiento, que puede empezar en el siguiente decálogo:

  • Energía propia. Es preciso equilibrarla ya que, si no estoy bien, nadie a mi alrededor lo estará.
  • Autoconsciencia. Es importante aprender a vaciarse emocionalmente, saber desde dónde estamos hablando. Así entrenaremos la autoconsciencia. “Implica cambios desde el interior”, dice Asensio; “Es el autoconocimiento para ser nuestro propio dueño”.
  • Autoescucha. “A las emociones hemos de hacerles el caso justo y necesario”, dice esta profesora y divulgadora, que se refiere a la ansiedad como “una incómoda pero valiosa señal emocional que trae un mensaje para comprender, el cual se puede traducir como autocuidado”.
  • Conexión corazón-cerebro. “El corazón piensa en analógico, mientras que el cerebro lo hace en lógico”, dice Ana Asensio; “Si ponemos ambos en conexión, tendremos las respuestas que muchas veces nos generan tantas dudas internas”.
  • Problema convertido en reto. Ana Asensio nos propone que busquemos otra forma de mirar, convirtiendo ese obstáculo en un objetivo “dándole la vuelta a la ecuación, de verdad”.
  • Remar en lugar de luchar. “La vida va y viene”, dice Asensio; “Te elevas de nivel cuando hay un punto de fricción; en lugar de ir contra la circunstancia, podemos aplicar esa energía a nuestro propósito”.
  • Autoestima. Dice esta psicóloga de Familia que la tarta de la autoestima corresponde en el 80% al autoamor, es decir, a cómo y cuánto nos queremos a nosotros mismos. El 20% restante se reparte entre el autocuidado y el autoconcepto; este último corresponde a nuestras experiencias de vida. “La autoestima va evolucionando y corre por vías diversas tales como la física, la de pareja o la laboral”, dice Asensio; “Es estimulable en su totalidad y durante toda la vida y tiene que ver con cómo te hablas, cómo te respetas, cómo son tus relaciones, qué das y recibes o qué te dices, esto es, si tienes o no instalado a tu mejor amigo dentro”.

 

Qué es la inteligencia espiritual

Dice Ana Asensio que la inteligencia espiritual es la que trae la felicidad; “Hay gente que ha desarrollado las inteligencias cognitiva y emocional y que, sin embargo, no es feliz ya que no entrena una tercera, la espiritual, integrada por nuestros valores, sentido de la vida y propósito en ella”.

Conectarnos con nuestra paz interior, con nuestra intuición, constituye uno de los pasos para entrenar la inteligencia espiritual. Pero también identificar cuáles son nuestros valores, que hemos de respetar en vez de acallarlos mediante la disonancia cognitiva o el autoengaño.

Desde el Coaching te propongo el entrenamiento de tu inteligencia espiritual mediante ciertos hábitos que, según la psicóloga Ana Asensio, contribuirán a tu reprogramación positiva:

  1. Reserva en tu Diario Coaching o agenda un espacio para el autocuidado. Se trata de una actividad que te haga sentir bien, relacionada con el disfrute y la curiosidad. Dedícale un tiempo.
  2. Dite algo bonito ante el espejo, devuélvete tu propia imagen reconociéndote y agradeciéndote por ser como eres.
  3. Realiza ejercicios de relajación muscular progresiva, mediante la contracción y relajación desde los pies a la cabeza. Te servirá para tomar consciencia de tu cuerpo.
  4. Practica los descansos conscientes. En principio, anota en tu agenda estas pausas, ayudándote incluso de alarmas sonoras. Para tu actividad, ponte cómodo, libera tu pensamiento de obligaciones y conecta con la naturaleza. Para esto último, basta con mirar por la ventana y contemplar el árbol de la calle o el geranio de tu maceta.
  5. Respira. Ana Asensio nos recomienda lo que denomina el “sándwich mindfulness”, especialmente si te encuentras en tu puesto de trabajo. Consiste en detener tu actividad laboral y montar tu sándwich: “Una rebanada de diez respiraciones lentas y conscientes, un relleno de movimiento, que puede consistir en dar veinte pasos por la oficina y otra rebanada de diez respiraciones”.

¡Feliz Reprogramación! ¡Feliz Coaching!

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