La Organización Mundial de la Salud ha declarado la Década del Envejecimiento Saludable 2020-2030, diez años en los que las personas mayores serán el eje de todas las actuaciones. Para el correcto desarrollo de esta iniciativa se ha diseñado un Plan de acción en el que se aúnan los esfuerzos de todos los agentes, de los gobiernos, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y del sector privado con un objetivo claro: mejorar la vida de las personas mayores, de sus familias y sus comunidades. Este Plan, que es el segundo que pone en marcha la Estrategia Mundial de la OMS en materia de envejecimiento y salud, se ajusta al calendario de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La necesidad de este Plan se constata en las propias cifras demográficas: para el año 2030, la cifra de personas de 60 años o más habrá aumentado en un 34 %, de 1.000 millones en 2019 a 1.400 millones. Para 2050, la población mundial de personas
mayores será más del doble y alcanzará los 2.100 millones. Además, como justifica la OMS, el ritmo del envejecimiento de la población se está acelerando. Hoy, los países en desarrollo deben adaptarse al envejecimiento de la población mucho más rápidamente que un gran número de países desarrollados, a pesar de que sus niveles de ingresos nacionales y sus infraestructuras y capacidades sanitarias y de bienestar social son a menudo considerablemente inferiores a los de otros países que se desarrollaron mucho antes.
Este Plan reconoce que la buena salud añade vida a los años. Las oportunidades que se abren con el aumento de la longevidad dependen en gran medida del envejecimiento saludable. Cuando las personas viven estos años adicionales con buena salud y continúan participando en la vida de las familias y las comunidades como una parte integral de ellas, contribuyen al fortalecimiento de las sociedades; sin embargo, si estos años adicionales están dominados por la mala salud, el aislamiento
social o la dependencia de cuidados, las implicaciones para las personas mayores y para el conjunto de la sociedad son mucho más negativas.
Para fomentar un envejecimiento saludable y mejorar las vidas de las personas mayores y sus familias y comunidades, será necesario introducir cambios fundamentales no solamente en las acciones que se emprendan sino también en la forma de pensar acerca de la edad y el envejecimiento. La Década se centrará en cuatro ámbitos de actuación:
• cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento;
• asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores;
• ofrecer una atención integrada y centrada en las personas, y servicios de salud primarios que respondan a las necesidades de las personas mayores; y
• proporcionar acceso a la atención a largo plazo para las personas mayores que lo necesiten.
El Plan especifica que las personas mayores necesitan un acceso no discriminatorio a unos servicios de salud esenciales de calidad que incluyan prevención; promoción; atención curativa, rehabilitación y cuidados paliativos y terminales; acceso a medicamentos y vacunas esenciales que sean seguros, asequibles, eficaces y de
calidad; atención bucodental; y tecnologías sanitarias y de asistencia, velando al mismo tiempo por que la utilización de dichos servicios no cause dificultades económicas al usuario.
La lucha contra los estereotipos negativos, los prejuicios y la discriminación debe ser una parte integral de todos los ámbitos de actuación, pero hay que llevar a cabo también otras actividades para propiciar una comprensión más positiva y realista de la edad y el envejecimiento y unas sociedades capaces de integrar a todas las edades. El objetivo de la campaña mundial para luchar contra la discriminación por motivos de edad, reclamada por la Asamblea de la Salud es cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento para crear un mundo capaz de integrar a todas las edades.
Además, este Plan recuerda que todos los países deben contar con un sistema capaz de atender las necesidades de las personas mayores en lo que respecta a los cuidados a largo plazo, y en particular unos servicios de asistencia y apoyo social que les ayuden en la vida cotidiana y el cuidado personal y les permitan mantener sus
relaciones, envejecer en un lugar adecuado, no ser víctimas de maltrato, acceder a los servicios comunitarios y participar en actividades que den sentido a sus vidas. Ello puede requerir una amplia gama de servicios, tales como atención diurna, servicios de descanso en el cuidado, los cuales deben estar vinculados a su vez con la atención de salud y con amplias redes y servicios comunitarios.