El arlequín

Manolo Royo junto a uno de sus cuadros.

La capa dejó sin sombra la cornada.
Un arlequín baila por sangre y banderillas
junto a su espada y sin dejar de sonreír.

Triángulo de ruedo blanco.

El color de unas nubes cercanas
vistiendo pantalón.

Sangre tan roja,
perfilando el desnudo cuerpo de un hombre,
que siente al corazón
latir más rápido que al miedo
y lento,
como el hambre
que dejan al despertar los sueños.

Una cornada y valiente
y que para a la mitad,
alimentando tiempo que la mueve,
también a su mitad.

Como en uno de mis sueños.
Cuerno roza la piel arena y hoyo
como el labio de tu pincel entre los dedos
mi amigo Manuel, Manolo Royo.
Yo visité la pared
y me encontré con un mantel a piel
por el puro amor de ser pintado.

Dentro de ti único jardín
dentro de un mismo cuadro.

Entre Goya y Sorolla tu Toro… Arlequín…
Que sintiendo y desnudo
ofrece su cuerpo
por el único placer de sentir
y muy cerca de los que están sintiendo.

Beso.

Labios con sabor a óleo entre vinos.

Déjame contarte algo…
Y mis oídos fueron para ti.

A Manolo Royo Ubieto.

Una poesía, para un poeta
que pinta de colores a la vida
con la suya.

 

 

losangelesnosmirandurmiendo.blogspot.com.es

  • Artista polifacético dedicado a la poesía desde que era niño y a la pintura. Él mismo recuerda “aquel diario con llave de tapa roja que escribía y guardaba cada noche en una caja de vinos, a la edad de 6 años. Me enamoré sin querer de aquel papel en blanco y más cuando lo llenaba con mis pensamientos. Ver aparecer las palabras con la tinta de un bolígrafo: era emocionante. Luego, como en todas las vidas, empezaron a pasarme cosas. La tristeza y la alegría empezaron a salir de mí a cada momento como guiadas por un río invisible, y no podía parar. Y del poco a poco, al hoy”.

Etiquetas
Noticias relacionadas