Las hojas no dejaron de caer por todas partes
como una orquesta
sin nadie que pareciera dirigirlas,
chocando unas con otras,
palpitando en el silencioso aire
que no dejaba de bailar.
Alguna, adentrándose en su corazón
se preguntó:
¿Por qué se me acabó la vida?
Y murió.
Y el aire junto a ella
dejó de respirar.
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